DDE V. CAPÍTULO 10



En los escombros, debajo del puente, Jemy corre hacia donde se derrumbó la última parte de éste. Después de buscar desesperadamente por fin encuentra a Erin sobre un auto. La levanta en brazos para llevársela y es entonces cuando ella reacciona. Luego de la confusión recuerda lo que ha pasado y, a lo lejos, distingue el gran cuerpo monstruoso de Adam. Le suplica a Jemy que se detenga. Baja de sus brazos y se dirige a Adam, que está atrapado debajo de la enorme construcción derruida. Jemy se sobresalta al verlo pero, después de las súplicas de Erin, intenta sacarlo sin éxito. Tratan de mover los escombros de todas las formas que encuentran, pero después de un largo rato desisten. No es posible mover todo ese concreto, ni a Adam, sin los poderes de Erin.

Pasan alrededor de media hora intentando sin descanso. Adam lucha por moverse, pero está moribundo y demasiado débil. Erin lo mira con dolor. Jemy le pide que se marchen y Adam hace un ademán con la cabeza, haciéndole entender que está de acuerdo, pero Erin se niega, tomando la decisión de quedarse allí con él. Jemy discute con ella, pero al no lograr convencerla se sienta sobre los escombros y afirma que él tampoco va a dejarla a ella, así que los tres morirán allí. Erin no es capaz de persuadirlo y ambos se quedan en silencio.

~▪️~

A las afueras, Neil y Goti escuchan a un oficial decirle a otro que bombardearán todo el puente para erradicar a todos los monstruos. Los chicos les dicen que tienen amigos arriba, pero los oficiales no pueden hacer nada para detener la orden. Ellos siguen discutiendo sin saber realmente qué hacer, hasta que una camioneta aparece y ven dentro a Miles, Belle y Gethin.

Miles se dirige a los oficiales y les explica que necesitan entrar para buscar a alguien. Pese a la negativa, Miles les muestra la pantalla con la señal de los rastreadores y les pide que le den cinco minutos para alcanzarlos y volver con ellos. Al final les dejan pasar, pero les advierten que no tendrán mucho tiempo antes de las explosiones.

Neil y Goti suben a la camioneta y Miles los presenta a Belle y Gethin. Neil les cuenta que Jeremy entró de nuevo para buscar a Erin. Miles también les informa sobre el plan de Diane y, al escuchar que volvió al Instituto para buscar a Pyers, Goti frunce el ceño en desacuerdo, aunque no alega nada.

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Erin y Jemy siguen cerca de Adam. Jemy masculla que ya no cumplirán con el plan. Erin nota de pronto que Adam a perdido la consciencia y se asusta, buscando su pulso para comprobar que sigue vivo. Luego se tranquiliza un poco y se levanta para acercarse a Jemy. Le pide que se marche y continúe con el plan, pero Jemy le explica que nadie más que ella puede hacer que funcione, que no puede dejarse morir por alguien a quien ya no puede salvar, pues sería un acto de rendición. Erin le cuestiona por qué entonces él está dispuesto a morir con ella. Jemy responde abochornado que ya la ha perdido una vez y conoció cómo es el mundo sin ella, así que no quiere volver a vivir en un mundo así.

Sigue tratando de persuadirla. Le dice que no tiene sentido dar la vida cuando no se va a ganar nada y le recuerda lo mucho que pesaría su ausencia para todos. La está sujetando de los hombros mientras le habla, desesperado, y en un arrebato de desesperación la besa.

Erin se queda perpleja y cuando él se aparta nota un par de lágrimas que surcan su rostro. Baja la mirada, impotente, y le suplica que le diga cómo convencerla para salir de allí. Ella se queda pensando en lo que Jemy acaba de hacer.

—Jeremy... ¿Es posible que... tú y yo... que tú antes... me amaras? —lo interroga con vergüenza.

Jemy responde que no y Erin baja la cabeza, abochornada por el error, pero él levanta su rostro y la mira a los ojos.

—Yo te sigo amando —le confiesa por fin.

Ante tales palabras ella no es capaz de resistirse y se arroja a sus brazos. Él la abraza con fuerza, diciéndole entre lágrimas que no pretende hacerla cambiar de decisión, pero le pide que lo deje quedarse a su lado. Ella lo mira con tristeza y, movida por las emociones que le causa esta declaración, le dice que tal vez lo mejor sea irse. Jemy extiende una dulce sonrisa y la vuelve a besar con ternura. Esta vez Erin se deja llevar y descubre que siente un cosquilleo en todo su cuerpo, diferente a la sensación que le trajo su único beso anterior con Miles.

De pronto escuchan un motor a lo lejos y se separan. Aparece la camioneta de Miles y éste baja de inmediato y corre hacia ella para abrazarla. Luego les explica que tienen que salir de aquí antes de que bombardeen el puente. Jemy se adelanta a ella y les dice que deben sacar a Adam primero. Erin le sonríe.

Todos, menos Neil, se disponen a tratar de sacar a Adam, pero tienen el mismo éxito que Jemy. Gethin vuelve al camión y saca una maleta con el antídoto de Vita. Erin reconoce las jeringuillas luego de que él explica cómo vio a Adam usarlas para controlar sus propias mutaciones. Impaciente, Erin le inyecta unas cuantas dosis, pero su piel empieza a chamuscarse y a derretirse como si fuera plástico negro. Luego del fracaso escuchan los aviones que bombardearán la zona llegar y todos vuelven al camión.

Erin no puede apartar su mirada turbada de Adam mientras es arrastrada por Jemy y Miles hasta el auto. Belle, que lleva la maleta de Adam en sus piernas, se sienta a su lado. Erin mira al vacío y musita algo antes de arrebatarle la maleta a Belle, bajar del auto y echar a correr de vuelta. Jemy trata de seguirla, pero un primer misil cae y destroza el camino. Miles tiene que arrancar.

—¡No podemos dejarla! —grita Jemy.

—¿Y qué pretendes hacer? —pregunta Belle.

—¡Morirá si se queda! —él alega desesperado.

—Y nosotros moriremos si nos quedamos también —responde Miles, mientras acelera.

Erin llega con Adam. Baja la maleta y se inyecta una dosis del suero con desesperación. De inmediato se marea y pierde el control, comenzando a sangrar por la nariz y los oídos. Entonces crea un campo de fuerza tan potente que adquiere una tonalidad roja y aleja todo lo que hay alrededor, protegiendo a Adam y a ella. Logra así apartar por fin los escombros que aplastan a Adam y lo hace reaccionar.

Sin embargo, ella no se da cuenta de todo esto. Su aspecto es bestial. Sus ojos son completamente blancos e inyectados de sangre, sus dientes se vuelven colmillos feroces dentro de su enorme boca, su piel grisácea resalta sus venas azules, su cabello blanquecino se eleva como si estuviera bajo el agua. Se eleva en el aire como si flotara dentro de su campo de energía que crece cada vez más. Comienza a perder el control de sí misma y ataca a los aviones. Adam la alcanza y la trae de vuelta al suelo antes de que pueda causar daños graves, destruyendo el campo de fuerza en el acto. Ella recobra ligeramente la consciencia. Adam la toma entre sus garras y se la lleva de ahí. Con su poca lucidez, ella observa el puente desmoronarse al paso de los misiles.

Logran alejarse lo suficiente por un lateral, perdiendo a los aviones, y contemplan la terrible escena.

~▪️~

Afuera del puente, Miles logra llegar a la zona segura y al parar, Jemy baja enseguida y observa con pesar el panorama. Miles se acerca y le dice que los rastreadores señalan que ellos se están alejando del puente, lo que significa que han sobrevivido y escapado. Esto tranquiliza un poco a Jemy.

A lo lejos se ve el puente y el terror que siembran las explosiones y las criaturas escapando.

~▪️~

Lejos de todo esto, Adam sienta a Erin en el suelo. Ella aún sufre convulsiones y mareos. Adam, que ahora ha recuperado casi todo su aspecto humano gracias al contacto con los poderes de Erin, la cuida pacientemente.

Poco a poco ella logra controlarse y volver en sí. Cuando es capaz de pensar con más claridad ladea una sonrisa y le pregunta a Adam si siempre es así cuando él usa el antídoto. Adam se gira para mirar con recelo el panorama. Ella lo observa, temblando en su lugar, y luego le pide que se acerque. Él obedece y Erin posa su mano sobre su pecho. El comienza a volver a su estado completamente humano sin ningún dolor. Entonces ella nota todas las extrañas marcas oscuras que le han quedado en donde las balas han atravesado su piel. En sus manos y brazos aún quedan restos de plasta negra. Pasa sus manos por encina de estas y logra hacer cicatrizar la plasta, dejando la piel como si fuera carbón. Sonríe, aún temblorosa.

—Mucho mejor —le dice.

Pero Adam la observa con seriedad. Ella agacha la cabeza, evadiendo su mirada.

—No vuelvas a hacer eso —sentencia él.

Ella levanta la vista, interrogante.

—No vuelvas a arriesgar tu vida por mí —le explica.

Erin se muestra sorprendida y, después, molesta.

—¿Preferías que te dejara morir allá solo, de esa forma tan patética? —le cuestiona enojada.

—Sí —sentencia él, sin vacilación.

Ella resopla, fastidiada.

—¡Pues yo no! —le suelta—. Aún tienes muchas deudas que saldar. No te voy a dejar ir así tan fácil. —Baja la cabeza y se abraza a sí misma mientras tiembla—. Maldita sea, Adam. Eres un puto egoísta... Yo no soy la única que estuvo a punto de morir allí por ti. —Suspira—. Ni siquiera sé si el resto logró escapar.

Adam frunce el ceño.

—¿Quiénes? —pregunta.

—¡Mis amigos! —suelta ella, preocupada—. Jemy, Neil, Miles, Goti, Belle y Gethin... Maldición, todos estaban allí para ayudarnos.

Adam levanta una ceja, incrédulo.

—Y tú te quedaste para ayudar al único imbecil del lugar.

Erin pone los ojos en blanco, fastidiada.

—Oye, si no te gusta puedo matarte yo misma ahora.

Adam suelta una risa irónica.

—¿Ahora o cuando te recuperes de tu sobredosis?

Ella achina la mirada.

—Te dolerá igual. Créeme.

Adam ríe y, luego de ver que sigue temblando, le dice que la sacará de allí para buscar ayuda. Ella le dice que tal vez quiera buscar ropa primero, pues está completamente desnudo. Luego le pide que la lleve en su espalda.

—¿Quieres que te lleve así? —él señala su propio cuerpo.

—No me importa. —Se encoge de hombros, restándole importancia—. A menos que a ti te incomode.

Adam levanta una ceja, camina hasta ella y le ofrece su espalda desnuda.

—No... Sólo me preguntaba cuándo adquiriste tanta confianza.

Erin se esfuerza por subir y se aferra a sus hombros. Él comienza a caminar y ella se fija en que, al menos superficialmente, sus heridas ya han cicatrizado. Le recuerda que lo ha visto muchas veces así y él responde, burlón, que antes se sonrojaba. Sin embargo, admite que ha cambiado mucho desde que la conoció, cuando le parecía que era apenas una niña.

—¿Y ahora soy... una mujer? —se burla.

Él se limita a sonreír y ella le recuerda que han pasado tiempo alejados y cada uno ha vivido cosas diferentes. Entonces él reconoce que lamenta haber tenido que alejarse. Hablan un poco sobre su reencuentro en la mansión y aunque al principio él bromea sobre su cabello, al final admite que, cuando la vio al pie de las escaleras, por un momento se sintió a salvo, como si hubiera vuelto a casa. Erin hunde el rostro en su hombro y, aunque renuente, al final admite que ella también se sintió así al verlo. Ella se queda en sil, divagando con sus nostálgicos recuerdos.

Largo rato después, llegan a las casas cerca del puente que quedaron abandonadas luego de que los pobladores huyeran a toda prisa. Adam deja a Erin al pie de un árbol y entra a la casa que está enfrente. Ella se aboca en tratar de controlar sus espasmos. Ahora tiene muchísimo calor, como si estuviera quemándose por dentro, y está sumamente agotada.

Se deja llevar por sus terribles sensaciones y no puede evitar recordar cómo Jemy le pidió que se marcharan del puente, queriendo protegerla. Recuerda su propia desesperación por quedarse con Adam y la de Jemy por quedarse con ella. Recuerda sus lágrimas y su mirada... Recuerda el beso, llevándose los dedos a los labios, pensando de nuevo en esa extraña sensación.

Recuerda sus palabras.

"—No... Yo aún te amo."

Entonces comprende que ella sí conoció el amor. Jemy era su persona especial. Pero ahora, a pesar de todo, se pregunta si aquel beso significó lo mismo que para él. Un beso de amor. Pero, ¿fue amor lo que ella sintió?

Sigue inmersa en sus pensamientos, tratando de controlar el calor y las molestias en todo el cuerpo, cuando Adam vuelve. Va vestido con unos jeans deslavados y una camiseta gris. Se ve muy diferente a su habitual estilo oscuro, más bien gótico. Se queja por no haber podido encontrar nada mejor, pero Erin le asegura que le queda bien. Entonces él nota su decaimiento y se arrodilla para tocar su frente. Ella sonríe sin fuerzas, diciéndole que está muy cansada. Le cuenta su experiencia con el suero, el poder que sintió correr por sus venas, esa sed de sangre y violencia que acaparó todos sus impulsos. Confiesa que ahora puede entender lo que él siente al asesinar con tal vehemencia.

Después de escucharla Adam le pide que nunca más vuelva a probar el antídoto, pues ella es la última persona a la que quiere ver metida en esa mierda. Cuando Erin le reclama que él siempre la consume alega que la necesitaba para sobrevivir. Entonces le cuenta que, después de marcharse de aquel bunker donde le regaló la cadena —ante el comentario ella la toca por inercia—, regresó al Instituto para morir, pero Goti y Stan fueron por él para rescatar a Anthea. Él siempre se dijo que lo hizo por ella, pero en el fondo sabe que buscaba una excusa para aplazar su decisión. Entonces encontró el suero gracias a Damon y en cuanto supo que podía prolongar su vida lo usó sin restricciones. No le importaba convertirse en un monstruo mientras no perdiera la consciencia como esas bestias. Pero al final se convirtió en un esclavo del propio Antídoto y su cuerpo sufrió las consecuencias, refiriéndose a las cicatrices de sus brazos.

Erin le pregunta si es por eso que asesinó a Damon y a Otto, pero Adam confiesa que la verdadera razón fue la información que Bloody Mary y el experimento 83 le dieron. Le explica cómo los conoció y lo que sabe sobre su doble, quien aparentemente es inmortal y sufre las mismas reacciones físicas que él. Entonces revela lo que aquellos papeles decían: que Wallace había estado experimentando con pródigos expulsados, con personas externas, y había hecho tratos con el gobierno para deshacerse de Loward y entregarles toda la información que poseían sobre el gen prodigio, otorgándoles ciertos derechos sobre el uso de los recursos científicos derivados del Instituto y, con ello, a sus alumnos. Sin embargo, después de descubrir que Bloody Mary y el experimento 83 trabajaban para Loward, se siente confundido y manipulado, ya no sabe en qué creer ni en quién confiar.

Erin le pide que, en ese caso, deje de cagarla, a lo que él suelta una risa y le dice que por lo menos cree en ella, asegurándole que hará todo lo necesario para protegerla y cuidar que esa pureza e inocencia que aún conserva no desaparezca. Él no puede escapar de su destino, siempre será un monstruo volcado hacia su lado maligno y oscuro, pero si debe irse al infierno, entonces se llevará consigo a todos los malditos monstruos que pueda con tal de salvarla a ella.

Erin se queda unos segundos pensando. Luego le reclama con firmeza que está muy equivocado.

—No soy una niña pequeña que tengas que salvar y cuidar como si fuera de cristal —reclama—. Soy muy capaz de luchar al mismo nivel que tú. Lo que realmente quiero es que vuelvas... Te quiero vivo, y luchando a mi lado.

Ella agacha la cabeza, queriendo esconder su mirada. Esa desesperación por recuperarlo es demasiado difícil de ocultar. De pronto él se incorpora, pidiéndole perdón por no poder prometerle tal cosa. Ella suspira y también se incorpora con dificultad. Le asegura que, si realmente quiere protegerla, tendrá que mantenerse cerca, donde pueda tenerlo a la vista, pero ella le demostrará que se equivoca. Ambos se quedan en silencio, con aquel reto implícito en la mirada y con la determinante actitud de quien no cederá. Al final él se gira y le tiende una mano para que suba a su espalda. Erin asegura que no es necesario, pero él insiste hasta que ella accede.

Adam se marcha y pasan de nuevo frente al puente. Erin mira la zona donde Adam estuvo atrapado y recuerda la desesperación que sintió. Ahora, aferrada a sus hombros, sintiendo su respiración sobre sus palmas y el familiar aroma de su cabello sobre su mejilla, una calidez embriagante la envuelve. Se aferra con más ahínco a su espalda y hunde su rostro sobre su cuello. Adam levanta una ceja y pregunta qué pasa. Ella dice que no es nada, fingiendo indiferencia, y le pide que se mueva. Adam sonríe, burlón, y continúa caminando, mientras Erin, acunada en su espalda, se muerde el labio para reprimir una sonrisa bobalicona. Y así, se alejan con parsimonia del puente destruido.

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