DDE IV. CAPÍTULO 7
En el Instituto, esa misma noche después de haber salido a dar un paseo por el jardín principal con la intención de visitar las áreas principales, Anthea y Goti vuelven al edificio luego de que la lluvia los interrumpe. Se marchan a la habitación de ella, se duchan y, al salir ella, Goti la contempla y la atrae hacia sí. Ella deja que él recorra su cuerpo y luego hacen el amor.
Más tarde Goti está en el balcón contemplando la lluvia. Anthea sale con las sábanas a su alrededor y lo abraza, cubriéndolo. Cuando le pregunta en qué piensa él dice que, ahora mismo, en su cuerpo desnudo pegado al suyo. Él la besa y ella le corresponde, pero poco después insiste en que le cuente. Él le confiesa que cree que, sólo tal vez, pueda recordar un poco de sus sensaciones y que tiene imágenes sueltas de recuerdos vagos. Ella le pregunta si puede recordar algo concreto, pero él le dice que no. Le externa su preocupación por nunca recordar quién era su madre ni su padre, nunca recordar su infancia, la correccional, la primera vez que la vio, que habló con ella, que la besó o que le hizo el amor.
—¿Importa mucho? —le pregunta ella.
—Tal vez... podría vivir toda mi vida sin recordar cómo me enamoré de ti, o envejecer sin recordar la casa de mis padres —responde él, resignado.
Ella le cuenta lo de la máquina de control mental y que, si logran llegar a ella, podrían devolverle sus recuerdos.
—¿Y qué pasa si no la encontramos nunca? —pregunta él.
—... No sé —miente, sin decir lo de que él podría morir.
Ella le jura que encontrará esa máquina, pero él le dice que podría vivir así, pues sólo necesita "esto", refiriéndose a ella en ese lugar. Ella lo abraza, ocultando su rostro.
—¿Cómo es posible que te siga amando después de tanto tiempo? —suspira ella, ahogando sus lágrimas contra su pecho.
—Yo también podría hacerlo... por mucho más tiempo —responde él.
Prometen estar juntos por el resto de sus vidas.
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Diane y Miles están charlando, sentados frente a la ventana.
—No recuerdo cuando fue la última vez que hice algo tan normal como esto —dice ella, refiriéndose a tomar café frente a la ventana.
Él le cuenta lo que aún recuerda de su infancia: tiene recuerdos muy vagos en una casa de acogida. Diane le cuenta de sus años de cantante barata, con Chris y Stan a su lado, del accidente de ellos y de cuando conoció a Goti. Miles no cree que sepa cantar y le pide que lo haga para creerle. Ella se acerca y le pregunta si no cree en ella. Miles también se acerca y al final admite que cree incondicionalmente en ella. Diane retrocede y le dice que no debería confiar así en ella.
—Quiero hacerlo —responde Miles—. No me importa si me mientes, he decidido creer en ti.
Ella lo llama tonto y le dice que así lo van a lastimar.
—Será un placer que seas tú quien me lastime —sonríe él.
Diane se molesta y se pone a la defensiva. Admite que ella no confía en nadie, pero al final Miles logra que confiese que no puede hacerlo porque últimamente se han ido muchas de esas personas en las que confiaba. Él le promete que no la dejará, pero ella no le cree y entra en conflicto consigo misma. Miles finalmente le dice que se hace la fuerte para no salir lastimada. Ella lo niega y agacha la cabeza, pero él levanta su barbilla con su mano, delicadamente, y le vuelve a asegurar que no lo va a perder a él.
Enfadada, ella se levanta y se va. Miles sale tras ella y la detiene en el umbral del edificio. La toma de los brazos y trata de tranquilizarla.
—No tienes que hacerte la súper mujer todo el tiempo —le dice él.
Diane por fin rompe en llanto y le cuenta que Stan está muerto, que Chris está desaparecido y Goti no la recuerda. Él la abraza y la consuela en silencio.
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Adam está en la entrada principal. Leslie baja y tiende el maletín sobre una mesa, mostrando que no la ha usado. Le confiesa sus preocupaciones por convertirse en alguien que no conoce. Adam le reitera que debería volver para buscar a su hijo. Ella le confiesa que no puede hacerlo porque hay gente que no se lo permitirá hasta que salde sus deudas. Adam le pregunta qué es lo que quieren y ella le miente diciendo que dinero. Él le promete que la ayudará a conseguirlo si ella promete dejar de inyectarse.
Al final ella se queda a su lado y le promete que lo intentará. Poco después él se acerca a ella y la besa, ella le corresponde y comienza a acariciar su cuello, sus hombros y su pecho, cada vez con más ganas, hasta que consigue llevárselo a la cama. Él la sigue sin protestar.
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Después de un entrenamiento exhaustivo y por demás doloroso, Erin sale del laboratorio agotada y pálida. Sale al patio principal y se queda bajo la lluvia con los ojos cerrados y la cabeza alzada.
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Los suspiros de todas (Diane abrazada a Miles, Anthea en el balcón con Goti, Leslie después de un orgasmo con Adam, y Erin bajo la lluvia) se sobreponen en una sola escena.
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De pronto Erin escucha un estruendo desde el campo de entrenamiento. Extrañada, camina con recelo hacia la salida y se encuentra con un helicóptero que bombardea el lugar.
En medio de todo, la explosión ocurre insonora y a cámara lenta frente a sus ojos, mientras observa a los militares intentando escapar. Es arrastrada por el grupo hacia la base, pero el helicóptero tira granadas y mata a varios de ellos. El resto logra llegar a la base y atrincheran las puertas, mientras unos cuantos retroceden para llegar hasta el edificio. Erin es de nuevo arrastrada con estos últimos.
Aturdida e impresionada aún, encuentra a lo lejos al capitán Pyers y se dirige a él, pero él le pide que retroceda. Cuando observan a varios hombres bajar de los helicópteros con cuerdas y comenzar a utilizar ametralladoras y granadas, Pyers ordena cerrar las puertas.
Afuera, el resto que está en la base, abre fuego contra los intrusos. Pyers le explica a Erin que todas las armas están en la base y que ellos tienen sólo unas cuantas pistolas. Después de discutir la situación Pyers ordena que los estudiantes se resguarden en sus habitaciones y que los científicos se oculten en los laboratorios. Luego le pide a Erin que se reúna con Anthea mientras ellos defienden el edificio. Erin le pide que la deje ayudar, pero el capitán se niega en rotundo.
De pronto la puerta es bombardeada, pero Pyers explica que está blindada y que mientras la mantengan cerrada nadie podrá entrar al edificio, así que se limitarán a recibir señales de los que están afuera. En ese momento comienzan a bajar más hombres desde otro helicóptero sobre el patio principal. Es entonces cuando todo el mundo es alertado y los alumnos entran en pánico cuando tales hombres comienzan a disparar desde el patio.
Erin observa todo desde lejos con impotencia, mientras Pyers moviliza a sus hombres y le pide a dos de ellos que lleven a Erin a los laboratorios para protegerla. Ella intenta negarse, pero con el caos tiene que obedecer y sale junto con los dos hombres que tiran de ella.
Esquivan a los estudiantes y a las balas que vuelan tras ellos. Los hombres disparan indiscriminadamente y sin compasión. Al llegar a la sala común, los tres jóvenes se encuentran con Anthea, Goti y unos científicos y personal resguardándose. Todos están discutiendo pero, cuando entra Erin, Anthea la abraza y le pregunta por Diane, pero ésta le dice que no la ha visto pero saldrá a buscarla.
Los soldados cierran la puerta y la resguardan. Anthea le impide irse a Erin, explicándole que los intrusos son del grupo de Damon y que la están buscando a ella. Goti, cruzado de brazos, dice en voz alta que también la buscan a ella, refiriéndose a Anthea. Uno de los soldados le pregunta cómo lo sabe y Anthea dice que es gracias a la conexión mental que aún tiene con el sistema operativo de control central de los reprogramados. Los soldados desconfían de él por causa de esto, diciendo que Goti es "uno de ellos". Anthea lo defiende diciendo que gracias a él tienen esa información.
Comienzan a discutir, alterados, primero sobre ese tema y luego sobre lo que harán para sacar a los intrusos. Hay alrededor de quince personas en la sala: Erin, Anthea, Goti, los dos soldados, cinco mujeres, una científica y cuatro empleados. Todos son conscientes de que allá afuera están matando alumnos y soldados. Unos optan por rendirse ante ellos y otros creen que es más importante proteger los laboratorios. Alguien sugiere que entreguen a Erin y a Anthea y otros, los soldados entre ellos, lo apoyan. Goti se opone, argumentando que ellos no les darán las gracias y se marcharán, pero alguien le dice que si no lo hacen así de todas formas matarán a todos ahora.
Todos discuten a gritos, desesperados por hacer algo. Anthea propone, pensativa, que Erin y ella salgan y escapen del Instituto frente a los hombres para guiarlos fuera del lugar. Ante esta propuesta siguen discutiendo los pros y los contras con escepticismo. Muchos no creen que eso vaya a sacar a todos de allí, pero Anthea cree que podrán desviar la atención de los más importantes y así los soldados podrán liquidar al resto. Uno de los soldados explica que la mayoría, junto con las armas, están afuera y no tienen muchas posibilidades dentro. Otros les exigen que entonces abran las puertas del edificio, pero ellos no pueden.
Continúan la discusión hasta que Erin interviene y pide que la dejen ayudar a los soldados. Anthea se niega porque aún no es seguro que Erin utilice sus poderes, pues aún no los controla del todo. Erin cree que es un buen momento para probarlo. Ambas discuten, pero de pronto las interrumpe un estruendo que se siente muy cerca. El soldado que está frente a la puerta se gira y dice:
—¿Qué demonios ha sido...?
Pero antes de que pueda acabar vuelan la puerta con granadas y lo matan con la explosión.
Una mujer de apariencia letal y psicótica saluda y comienza a disparar con una ametralladora a los varones. Todos comienzan a correr y entonces Goti tira de Anthea y Erin y las saca de allí por la puerta de la cocina. El soldado que queda los sigue y los saca por la ventilación. Logran cruzar a otro salón y corren a ocultarse a los pasillos.
Afuera caminan los intrusos, repasando cada rincón para mantener el control. Todos los alumnos están encerrados en sus habitaciones y todos los cuerpos son arrojados al patio central. Los cuatro contemplan con impotencia el lugar y el soldado le dice a Anthea que espera que su plan funcione. Entonces todos se dirigen hacia la puerta principal con cautela. Se cuelan por la lavandería y cruzan un par de pasillos intransitados para bajar hasta el primer piso. Allí cruzan los pasillos laterales con cautela. Al pasar cerca de un grupo Erin se detiene para atraer un par de armas que están apiladas en una esquina, pero Anthea se lo impide.
Al final se marchan y llegan hasta la entrada principal. Allí, Anthea les dice que cruzarán con cautela y una vez que lleguen afuera los llamarán para que los sigan. El soldado se queda para asegurarse de que los que están en el centro reciban la alerta de que Anthea y Erin están afuera. El resto se dirige a la salida pero al llegar contemplan un convoy bien armado que rodea la entrada. Tienen que retroceder y regresan con el soldado. Deciden dirigirse a la salida secreta, la de la tienda de licores, pero son interceptados por la mujer extraña de antes, que les apunta. Ellos corren y consiguen encerrarse en un salón.
El soldado cierra la puerta, pero es alcanzado por las balas y cae muerto. La mujer dispara al pomo, lo patea y logra abrir, pero ellos escapan por la ventana. Se ocultan en los baños y logran perderla por la ventilación.
Llegan hasta la puerta de los cubículos y consiguen llegar a las escaleras que dirigen a la licorería, pero son interceptados por dos reprogramados. Consiguen corren de regreso y ellos los persiguen, acorralándolos en un salón de juntas. Erin le hace frente a uno y Goti ataca al otro. Luchas a pesar de que los reprogramados tienen armas y los vencen con relativa facilidad, pero antes de que lo logren, alguien más entra y rodea el cuello de Anthea con un brazo. Goti se va inmediatamente contra el intruso, pero a éste le basta sujetar su muñeca para romperle la mano. Erin se gira para ayudarle, pero se queda petrificada al ver de quien se trata. En ese momento los reprogramados se reponen y apuntan a ambos a la cabeza, inmovilizándolos.
—Alan Goti —responde él.
Luego a Erin y ella dice que es Amanda Goti. A ella le creen y Leo no dice nada, aunque entrecierra los ojos, pero Erin no sabe cómo interpretar eso. Se los llevan al patio principal, donde los entregan al jefe. Junto a él está la mujer psicótica de antes.
El jefe ordena que "Amanda" y Goti vayan con el resto. Los arrodillan en una fila y Erin mira al capitán Pyers. El jefe le ordena a Anthea que le diga dónde está Erin y los laboratorios de Wallace. Por fin Anthea comprende que también buscan los laboratorios, pero se rehúsa a decir nada y le dice que si quiere algo de ella va a tener que dejar en paz al Instituto. El jefe se niega y le ordena a la mujer psicótica que liquide a un rehén. La mujer delibera a quién elegir y luego dirige el arma a la cabeza de Goti con una sonrisa. Va a disparar, pero Anthea accede a hablar para salvarlo.
—Aburrido —dice la mujer.
Anthea mira a Goti, a Erin, a Leo y después al jefe, y le dice que el laboratorio está afuera, debajo de la base, y que Erin está ocultándose allí. El jefe sonríe y se dirige a la salida con ella, pero Anthea le dice que necesita un código para entrar y que no se lo dará si no vienen con ellos "Amanda" y Alan Goti.
La mujer psicótica y Leo los llevan consigo y el jefe le dice que si lo está engañando los matará. Erin intercambia una mirada furtiva con Pyers antes de ser alejada de allí por Leo.
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