DDE I. CAPÍTULO 9
Otto se queda sentado en el cuarto, cuando un grupo de hombres derriba la puerta y asesina al escolta. Entonces le apuntan a Otto, amenazándolo, pero él no se inmuta. Poco después aparece el hombre que los lidera y se lleva a Otto, pero éste le asegura que subestima a sus chicos.
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Al caer al exterior, Adam es quien recibe el golpe, pero su composición mutante evita que se haga demasiado daño. Erin se levanta de inmediato, mirando como el tren se aleja vertiginosamente rápido. Pero, antes de perderse de vista, dos enormes monstruos de acero rompen la parte trasera del tren, aproximándose hacia ellos. Erin retrocede al verlos acercarse.
A pesar de la condición de Adam —recordando que él no se ha transformado en mucho tiempo y que su mutación ahora es más peligrosa para sí mismo— él se transforma en ese momento, con muy poco autocontrol, para atacar a los monstruos. Adam comienza a pelear contra ambos, pero son más fuertes que él solo. Erin trata de protegerlo con un campo de fuerza, pero uno de ellos la ve y se aproxima a ella. Sin más alternativa, Erin huye de éste, y se aproxima a una edificación de vigas, ya que se encuentran en una zona de construcción, con grúas y un alto edificio en obra negra.
Allí trata de escapar de él y se esconde tras una viga. Allí levanta un tubo y, cuando el monstruo se aproxima, lo golpea con fuerza en la pierna, pero éste no se inmuta. Erin, aterrada, retrocede con torpeza. El monstruo la alcanza y la lanza lejos. Ella logra protegerse con un campo de fuerza, pero aun así sale lastimada. Estando en el suelo levanta telepáticamente todos los objetos que alcanza y los arroja desesperadamente contra el monstruo que se aproxima. Ninguno le hace daño, pero al arrojarle una roca muy pesada a la cabeza éste se tambalea. Advertida, Erin se levanta y vuelve a escapar de él. Ahora sabe que su punto débil es la cabeza.
Continúa escapando como puede, burlando al monstruo con dificultad. Alcanza a recoger un gran pedazo de viga afilada y llega a unas escaleras que son parte de la construcción. Asciende con rapidez antes de que el monstruo la alcance y, cuando llega a una altura suficientemente elevada, salta sobre él con fuerza, clavando la viga sobre su cabeza en la parte de atrás. El monstruo ruge y se inclina, entorpecido. Erin cae al suelo y se entierra una piedra en la rodilla. Adolorida, cojea hasta una pila de tubos mientras el monstruo se incorpora. Ella alcanza una grúa de demolición de la que pende una gran bola negra. Exhausta, se refugia en la grúa. El monstruo la sigue algo más lento, con la viga clavada en la cabeza. Entonces Erin levanta con dificultad la bola y logra estamparla contra su cabeza, haciéndolo caer hacia atrás. Sin embargo, luego de unos segundos, el monstruo se levanta. Erin, agotada por este último esfuerzo, logra escapar de la grúa antes de que el monstruo la destruya. No es tan grande pero sí demasiado fuerte.
Ella corre con dificultad lejos de él, burlándolo entre las columnas construidas. A causa del desorden que va creando la bestia de metal, una viga alcanza a Erin, golpeándola en la cabeza y tumbándola.
En el suelo, desorbitada, alcanza a ver a lo lejos a Adam luchando contra la otra bestia. Entonces logra ver un pedazo grande de acero y trata de moverlo con la mente, pero su poder no lo alcanza. Se levanta como puede y corre hacia él, pero el monstruo la atrapa, aplastando la con un brazo. Ella, tumbada, estira el brazo hacia la viga, que al estar más cerca apenas logra moverla lo suficiente para llegar a su mano justo antes de que el monstruo la alce. La atrapa entre sus manos a la altura de su cara, con lo que Erin logra un último esfuerzo, clavando con fuerza la viga en su cabeza, averiando su sistema, destruyéndolo finalmente. La bestia cae al suelo, soltando a Erin en el acto. Ella cae rendida al piso y a lo lejos escucha a Adam aún peleando.
Él lucha descarnado contra la bestia, y aunque está herido sus fuerzas están prácticamente intactas. Finalmente logra tumbar a su enemigo y con un zarpazo desmedido le destroza la cara, una y otra vez hasta que destruye su cabeza y la bestia finalmente se apaga. Adam cae rendido a su lado, gravemente herido.
Erin se acerca a él, que aún está en su estado antropomorfo. Lo mira a los ojos, esos enormes ojos verdes que, aunque son los de una enorme bestia horrida con una boca enorme llena de colmillos y garras mortales, siguen siendo los ojos verdes —demasiado claros ahora por culpa de la mutación— del hombre que ella quiere, de su amigo, de su compañero y única persona en la que confía en el mundo. No puede sentir miedo porque ahora Erin conoce muy bien a Adam. Ella lo toca con cuidado, acariciando su negra piel áspera que deja al descubierto sus músculos al rojo vivo en ciertas partes de su cuerpo. Un sólo toque suyo basta para curarlo casi en su totalidad. Adam se levanta como si nada, sorprendido con esto. Erin también lo hace y se miran a los ojos. Ambos saben que, por alguna razón, el contacto físico con Erin hace que Adam se cure e incluso que se mantenga en su forma humana cuando por las noches él no tenía control de sí mismo, como en las primeras noches antes de llegar al Instituto.
Después de esto Erin se gira hacia las vías y observa el camino que siguen. Toca su pecho, donde cuelga la cadena de oro bajo su ropa. Con expresión decidida, anuncia que deben encontrar a Otto. Adam se acerca a ella y agacha la cabeza. Erin, algo sorprendida, camina hacia él y sube a su espalda, sujetándose con fuerza. Finalmente Adam se levanta y echa a correr en dirección a donde llevan las vías.
Las recorren durante el resto de la noche, hasta llegar a la estación de tren por la mañana. A lo lejos observan el lugar con recelo. Adam aún no se ha transformado de vuelta a su estado humano, por lo que Erin decide entrar sola, prometiéndole traer ropa para él. Adam se queda entre los árboles de la zona boscosa que rodea la estación.
Erin coge aire, se acicala lo mejor que puede —aunque sabe que no es suficiente— y sube a la plataforma con discreción, mezclándose entre la gente.
Cuando se topa con un guardia de seguridad le pregunta por el tren en el que ella venía, alegando que había olvidado una maleta en él. El guardia le dice que el tren se encuentra en una zona restringida por cuestiones de desmantelamiento, puesto que sufrió graves daños la noche anterior cuando llegaba a la estación. Le sugiere dirigirse directamente a la gerencia para reclamar sus objetos perdidos, a lo que ella le da las gracias y se aleja.
Erin se dirige de nuevo a la plataforma de trenes y, sin que nadie la vea, desciende de ésta rápidamente, perdiéndose entre los trenes estacionados. Camina hasta la zona restringida y allí, a lo lejos, ve una puerta grande que dice "zona de desmantelamiento". Se acerca, pero no puede entrar, así que recorre el rededor y nota que en una de las cercas, en el piso, hay una zona pequeña que está forzada para entrar. Ella se extraña, pero entra por allí, caminando directo hacia el tren inconfundible, dado que tiene un enorme agujero en el último vagón. Sube por éste al tren y comienza a recorrerlo, buscando alguna pista de qué pudo haberle pasado a Otto. Recorre los cuartos donde habían estado, pero no encuentra rastro de él.
De pronto alguien apunta a su cabeza con un arma. Una voz femenina le advierte que no se mueva. Ella alza las manos y finge darse la vuelta lentamente, pero antes de hacerlo toma desprevenida a su atacante, pateando su brazo, desviando el cañón de la pistola. Se lanza contra ella y comienzan a pelear. Erin logra hacerla soltar el arma y la somete después de un momento. Aunque la otra mujer no logra zafarse, continúa forcejeando. Erin está a punto de interrogarla, pero entonces siente el frío cañón de otra pistola apuntando a su cabeza. Esta vez una voz masculina le ordena que suelte a la chica.
Erin suelta a la mujer y se levanta, pero entonces reconoce la voz a sus espaldas y se gira, encontrándose de frente con Travis.
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