DDE I. CAPÍTULO 7
Mientras Erin charla con Otto en una habitación del Instituto, un abatido Adam se encuentra en un laboratorio médico, donde le sustraen sangre y le revisan sus signos vitales con una rigurosidad marcial. Un científico bastante joven checa los resultados de varias pruebas que se le han hecho, para finalmente sentenciar que no saben cómo curar su estado y que, peor aún, descubrieron que su alteración genética es deteriorativa, por lo que se espera que, en caso de que no haya una cura, la mutación que sufre se irá haciendo cada vez más grave, al punto de llegar a permanecer en su estado antropomorfo por el resto de su vida. Además, a pesar de la aparente mejoría que ha presentado estos días, le estiman poco tiempo para comenzar a sufrir los cambios permanentes, dadas las comparaciones que han podido observar con las armas biorgánicas de la organización enemiga (es decir, las bestias que atacaron a Erin y a Travis la noche en la que ella se desmayó).
Él no podrá controlar esto por mucho tiempo. A lo sumo un par de meses. También es importante remarcar que durante las mutaciones Adam es consciente en todo momento de lo que sucede en él y a su alrededor, y de que siempre mantiene voluntad propia sobre sus acciones, aunque no de sus reacciones.
Después de este veredicto, Adam se marcha del laboratorio. Sube unas escaleras hacia una extensa biblioteca privada, sale hacia un pasillo extenso y llega a una recepción vigilada por un par de guardias. Al salir por un elevador hacia otra recepción, igualmente vigilada, llega finalmente al interior de un edificio muy amplio. Atraviesa una zona restringida y sale hacia una parte más amplia y menos solitaria. Allí dobla a la derecha y camina por un largo pasillo donde hay muchas habitaciones con las puertas decoradas con posters, dibujos, colgantes y recortes de niños y jóvenes que parecen llevar allí bastantes tiempo. No hay nadie en las habitaciones dado que es temprano y hay clases en el Instituto, que se encuentra en el edificio contiguo al del orfanato.
Sin embargo, Adam se dirige hacia una habitación específica casi al final del primer pasillo y se detiene ante la puerta abierta tras encontrar a Erin y a Otto conversando con parsimonia. Adam saluda discretamente, sin embargo, en ese momento, Otto decide retirarse para seguir con su trabajo, no sin antes recordarles que comerían dentro de pocas horas y que los quería ver en el comedor principal de la casa de dirección.
Una vez que se marcha, Adam le dice que Otto pasó toda la noche en con ella. Erin le muestra el álbum de fotos y, en específico, una foto donde aparece él, con unos 15 años, al lado del grupo de ella. Aquí, la diferencia de edades es notoria, pues ella tiene alrededor de 8 años. También aparece el padre de Adam, que parece muy cercano a Otto. Este fue médico militar mientras que, su padre, coronel.
Hablan un poco al respecto y Erin confiesa que él es lo único que le queda, por lo que le pide que le prometa que siempre va a estar junto a ella e incluso lo hace jurarlo "por el meñique". Adam no está muy convencido, pero viendo lo importante que parece ser para ella, acepta prometerlo. Tras un efímero momento íntimo él se marcha a toda prisa, recordándole que se aliste para la hora de la comida.
Erin se queda en la cama un poco más, hojeando el álbum otro rato, y finalmente descubre otra fotografía que llama su atención. Es un retrato de su generación unos años atrás, donde se encuentran más niños de los que pudo ver en las fotos más recientes. En ella, descubre el rostro de un niño que es idéntico a Travis.
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Mientras tanto, un agotado Adam llega a otra habitación que se encuentra en el mismo piso que la de Erin. El lugar está a oscuras y él no se molesta en encender la luz. Se sienta con pesadez en la cama y observa sus manos y sus brazos, preocupado, y cierra sus puños con rabia e impotencia.
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Por la tarde Erin sale del pasillo de habitaciones para encontrarse con Otto, que la guía hasta el comedor de la casa de dirección, que no es otra que la mansión del Instituto donde vive Otto.
En el camino Erin le muestra la foto donde aparece Travis. Otto le cuenta que se trata de Miles, un antiguo habitante del orfanato que estuvo en su generación pero que, como algunos otros niños, pasada la adolescencia su genética se reguló y su sangre perdió toda capacidad de mutación, por lo que fue retirado del programa de niños prodigio, descartándolo de cual investigación en desarrollo. Se siguió entonces el protocolo para su reinserción en la sociedad: la memoria le fue borrada y, a cambio, recuerdos falsos le fueron insertados para que no pudiera recordar nunca la existencia del orfanato, ya que éste se encuentra en absoluto secreto para el mundo. Escuchando toda esta explicación, Erin está prácticamente segura de que se trata de Travis.
Se sientan a comer una vez que llega Adam. Les es servido un delicioso banquete que Adam y Erin devoran con ganas. Otto espera a que terminen para contarles finalmente lo que tanto desea. Les dice que, tanto él como la agencia, desean su ayuda para abordar una misión de espionaje y recolección de información en el Área 28. Aunque Otto les propone oponerse a esta idea y simplemente tomar el curso de entrenamiento, Erin decide aceptar la misión, con lo que Adam también acepta. Así que, finalmente, Otto les habla sobre todo por lo que tendrán que pasar antes de que la misión se ponga en marcha.
Ambos se someterán a un riguroso entrenamiento físico, reforzando sus habilidades en las artes marciales (Erin en realidad sabe combate cuerpo a cuerpo, sólo que no lo recuerda). También cumplirán con un adiestramiento militar y con pruebas mentales y de destreza. Además de esto, los dos pasarán por un entrenamiento especial para aprender a controlar sus nuevas habilidades sobrehumanas.
Erin se somete a todo esto sin rechistar. Como ella realmente posee los conocimientos de las artes marciales, lo único que tiene que hacer es recuperar esas habilidades olvidadas.
También pasa por un exhaustivo entrenamiento militar, al que Adam también tiene que asistir. Los enfrentan a ambos varias veces en combates y pruebas de estrategia, resistencia y habilidad mental, en los que casi siempre resultan muy parejos.
Sobre todo, las peleas cuerpo a cuerpo son las más divertidas para Erin. Mientras ella va sosteniéndose cada vez mejor contra los golpes de Adam, también va aprendiendo a controlar su poder para decidir si quiere o no hacerle más daño a su oponente y que no sea sólo una reacción involuntaria ante su estado anímico, ya que Erin ahora posee una mayor fuerza, pero que suele reaccionar más a sus impulsos que a sus pensamientos.
Finalmente, ambos tienen que pasar por un entrenamiento con respecto a sus poderes. Erin lo hace realmente bien y va descubriendo poco a poco su potencial. Ella puede crear campos de fuerza y mover objetos, así como cierta energía que se materializa en forma de campos de energía sinética. Con esto su fuerza puede llegar a ser mucho mayor, aunque en realidad no se trata de fuerza física sino de fuerza energética, lo que genera a su vez un mayor poder en sus golpes. Poco a poco va mejorando y adquiriendo control sobre todo este poder.
Sin embargo, no es el mismo caso de Adam. Él en realidad pasa mucho tiempo en el laboratorio, siendo investigado su caso de forma minuciosa. Al principio se le pide que se transforme un par de veces, pero al darse cuenta que cada vez es más doloroso y complicado volver a su forma humana, deja de hacerlo por completo.
Pese a esto, Adam comienza a mostrar signos de transición: sus ojos verdes se van moteando con manchas amarillas, cafés y grises, tomando un aspecto reptílico, sus dientes comienzan a afilarse, y su cuerpo es cada vez más fibroso. A pesar de todas las exhaustivas investigaciones no logran nada más que controlar hasta cierto punto la mutación esporádica, e incluso cesar la transformación completamente por las noches junto con la secreción viscosa que lo recubría.
A pesar de esto, y del fructuoso logro de aplazar con químicos la conversión permanente, no hay ninguna posibilidad de curarlo.
Adam pasa largo tiempo en solitario, en su habitación a oscuras. Pese a que todos saben de su condición, incluyendo a Otto, nunca se lo cuentan a Erin, tal vez por miedo a hacerla sentir preocupada o impotente, o tal vez para evitar largas charlas profundas y tristes al respecto.
Y mientras Erin va evolucionando, adquiriendo poder y fuerza, Adam sólo involuciona, luchando en vano contra convertirse en un monstruo.
Así pasan más de dos meses. Poco a poco se acostumbran a la vida en ese orfanato. Sin embargo, pasan cada vez menos tiempo juntos, sobre todo porque ahora Adam pasa mucho tiempo aislado.
Una noche Erin encuentra por casualidad a Adam afuera de su habitación. Entusiasmada, se acerca a él, que está apoyado frente a un barandal que rodea el patio desde el segundo piso. Lo saluda y charlan un poco. Adam sigue siendo muy frío, pero se puede apreciar que le tiene estima a Erin. Luego de contemplar un poco las estrellas, Erin lo lleva al techo del edificio, desde donde observan toda la ciudad. Es una terraza grande bordeada con muros bajos de piedra. Allí se dirigen a la orilla y contemplan la agitada ciudad nocturna.
—A veces me pregunto por qué nos esforzamos por alcanzar las metas más difíciles para ser felices cuando tenemos las cosas más hermosas enfrente de nuestras narices y completamente gratis —comenta de pronto Erin.
Platican sobre la vida que han llevado los últimos dos meses, pero Adam no le cuenta nada sobre los laboratorios. Erin le cuenta que ella sí contempla la posibilidad de algún día ser libres y tener una vida normal. Aunque Adam no alberga sus mismas esperanzas, la deja seguir hablando, escuchando sus sueños de libertad y normalidad, y mientras escuchan una suave tonada de soul a la lejanía —a Denise LaSalle cantando Trapped by a thing called love—, Erin le confiesa que tiene curiosidad por bailar. Aunque al principio él se burla de ella, después de un momento la toma de la mano y la saca a bailar, rodeando su cintura y llevándola a un ritmo lento. Erin, algo abochornada, se abraza a él, colocando su cabeza sobre su pecho. Pero Adam le hace dar vueltas y la inclina de espaldas sin advertirle, y ella, sin saber bailar, sólo trata de seguirle el ritmo, haciendo que ambos rían y se diviertan.
De pronto Adam la gira y la abraza por la espalda. Ella, abochornada, siente el aliento de Adam en su cuello y no puede evitar sonrojarse, pero al mirarlo de nuevo vuelve a sonreír y siguen bailando con lentitud.
Hablan un poco sobre la música y Adam le dice que seguro viene de la oficina de Otto, ya que su padre escuchaba la misma música que él. Entonces termina contándole que su padre, el coronel Reese Myers, y Otto fueron por mucho tiempo, y hasta la muerte de su padre, grandes amigos. No hablan más al respecto. Apenas sueltan algunos comentarios y permanecen bailando, danzando con torpeza al compás de suaves melodías de soul. Pasan largo tiempo así, hasta que la música deja de sonar.
Al terminar la música se miran a los ojos y Adam, algo abochornado, le pregunta qué pasaría si él no pudiera cumplir su promesa de estar siempre junto a ella. Entonces ella se preocupa. Él le aclara que es una situación hipotética y que eventualmente ella va a tener que pasar sola por ciertas cosas, pero ella le aclara que ya no teme pasar por esas cosas, pero sí teme perderlo a él. Adam, algo frustrado, le explica que tal vez él no pueda estar siempre cerca, que tal vez pasen cosas allá afuera o tal vez cosas dentro de sí mismo, asegurándole que no rompería su promesa por falta de voluntad sino por circunstancias incontrolables para él.
Erin toma sus manos y es entonces cuando Adam se da cuenta de su ligera alteración. Erin le dice que ella tampoco va a dejarlo solo, dándole a entender que ella también está comprometida con esa promesa. Adam se queda pensativo, ausente, así que ella le pide que bajen.
Regresan a las habitaciones en silencio para no despertar a nadie. Cuando llegan a la habitación de ella, Erin se despide con una sonrisa, pero al ver el rostro nostálgico de Adam decide arriesgarse a besarlo en la mejilla. Inesperadamente, Adam la rodea con sus brazos torpes y toscos, y la abraza en silencio, simplemente dejándose ser débil. Ella lo deja hacerlo. Se quedan así un rato, hasta que Adam logra sobreponerse y se despide con rapidez y un "gracias" en voz baja. Sin embargo, Erin sabe que él sólo trata de ocultar sus sentimientos.
Cuando se va, Erin se queda con una sensación aplastante en el estómago, dándose cuenta de que es una sensación parecida a lo que sintió cuando Travis la besó hace tiempo.
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