DDE I. CAPÍTULO 6



Al anochecer Erin finalmente da con el lugar, pero descubre que aquel edificio viejo se encuentra desolado y completamente abandonado.

Cansada por andar todo el día, se sienta al pie de una acera, en aquella misma calle que se encuentra intransitada puesto que ha comenzado a lloviznar. Mientras se lamenta por su mala suerte descubre que un auto negro se acerca a ella, así que se levanta, disponiéndose a marcharse, pero de inmediato escucha una voz familiar. Al girarse descubre que se trata del mismo agente que anteriormente había atacado a Travis y a ella en el bosque. El hombre intenta convencerla de que lo mejor es que vaya con ellos, pero luego de que Erin se da a la fuga no les queda nada más que comenzar a perseguirla.

Esta vez se trata de aproximadamente siete agentes que la persiguen por las calles desiertas y oscuras de Boston.

El agente de antes le da alcance cuando ella entra en un callejón sin salida, amenazándola con perder la paciencia si sigue escapando de esa forma. Erin le manda a la mierda, apuntándole a la cabeza con el arma. Sin embargo, en ese momento el resto de los agentes la rodean. Ella retrocede pero, en vez de rendirse ante ellos, levanta telepáticamente una hoja de lámina, dirigiéndola directamente al ojo del primero. Éste grita adolorido, soltando injurias contra ella.

Erin intenta escapar de nuevo, pero un par de agentes la sujetan. Ella forcejea, pero el arma se le cae de las manos y el agente, ahora tuerto, le apunta con su propia arma a la cabeza, consumido por el odio, dispuesto a matarla allí mismo. Sin embargo sabe que no lo debe hacer, así que le apunta sólo a la pierna. Erin se esfuerza por levantar la hoja de lámina de antes, dirigiéndola rápidamente a la cabeza del hombre, cuando en ese momento una figura gigantesca y oscura arremete contra él, atravesándole con sus enormes garras, destrozándole la cara de un zarpazo, acabando con su vida. El resto de los agentes comienzan a dispararle, pero la abominable bestia los ataca y de inmediato acaba con cada uno de ellos. Erin se queda atónita, observando la masacre. Luego levanta la vista hacia la bestia, que después de recibir una bala en el estómago cae rendido en una esquina del callejón. Erin deja caer un par de lágrimas. Sabe de inmediato que se trata de Adam.

Atónita, corre hasta él y lo ve convalecer bajo la lluvia, gruñendo de dolor, incapaz de incorporarse. Erin, con lágrimas en los ojos por saber que está vivo, lo abraza sin importarle su aterradora apariencia antropomorfa, pues éste ya no le produce ningún miedo. Este abrazo es suficiente para calmar las dolencias del monstruo, que de inmediato comienza a transformarse de vuelta a su forma humana, de modo que Adam se encuentra desnudo pero completamente revitalizado, sin ninguna herida en el cuerpo más que moretones.

Erin le sonríe cuando contempla su rostro de nuevo, después de haber pensado que había muerto, y lo vuelve a abrazar aún más cálidamente. Él le corresponde, envolviéndola en sus brazos fuertes y desnudos, fríos por la lluvia.

Adam a ganado musculatura e incluso se ha vuelto más pálido por culpa de la mutación. Y ese abrazo —envueltos en la lluvia y con el cuerpo desnudo de Adam— mueve en el estómago de Erin un montón de sensaciones extrañas y desconocidas.

En breve se separan y roban la ropa de uno de los agentes para vestir a Adam. Una vez hecho salen de aquel callejón con rapidez para no ser visto por nadie, una vez que la lluvia comienza a parar.

En el camino Adam le explica lo que sucedió durante el tiempo que estuvieron separados, mientras se adentran con pasos rápidos a un barrio chino lleno de negocios e iluminación fluorescente por unas callejuelas demasiado transitadas.

Resulta que Adam realmente no estaba muerto cuando cayó por aquel risco y que la razón por la que lo creyeron muerto fue porque en realidad no tenían ningún interés en él. Con esto da a entender la relevancia de Erin dentro de la red de investigaciones que el Área 28 montó en su momento para el secuestro del grupo al que pertenecía ella, ya que poseía una genética mucho más especial que la del resto, por lo cual posiblemente sobrevivió, pero no saben mucho más que esto, además de que ella es el objetivo principal ahora mismo.

Mientras van caminando Adam le confiesa que ella en realidad siempre había sido parte de experimentos al igual que sus compañeros, y que, aunque Otto siempre ha tratado a sus alumnos con humanidad y calidez, nunca dejaron de ser sujetos de experimentación, con lo cual su finalidad en este mundo siempre había sido la de estar en un laboratorio. Esto es algo que ella no se esperaba y que la perturba de sobremanera.

Una vez que cruzan varios puestos humildes y aparentemente intrascendentes llegan a un local de licores donde una mujer les pregunta qué se les ofrece, a lo que Adam responde pidiendo la hora, con lo que la mujer los conduce hasta la parte trasera del local donde abre una compuerta secreta, por la que entran a un largo pasillo. Al final de éste un hombre enorme los espera y los guía por unas angostas escaleras de piedra hasta un piso bastante alto. De inmediato Erin se da cuenta de que no hay ventanas en ningún lado y que toda la iluminación es de un azul frío.

Dentro del edificio hay personas sentadas tras escritorios, tecleando, absortas en sus computadores, o cruzando de un lugar a otro con apuro. Más adelante, cruzando otro pasillo más ancho hacia una habitación bien espaciada, pero igualmente sin ventanas y con iluminación fría, descubren que también hay niños vestidos con batas de hospital sentados al rededor de un montón de juguetes en el piso o sentados alrededor de unas pequeñas mesitas, algunos dibujando y otros comiendo.

El hombre de aspecto feroz que los ha estado guiando se detiene en la esquina de la habitación más amplia, les señala unas sillas junto a una puerta, tras la cual hay una oficina, y les indica que esperen hasta que el jefe se desocupe.

Adam y Erin toman asiento y mientras esperan ella observa a los niños frente a ellos, sin poder terminar de creer lo que ve.

—No es un lugar muy adecuado para ellos —comenta en voz baja.

—Están acostumbrados —responde él en el mismo tono—. Tú también estuviste aquí cuando tenías su edad.

—Ellos también son experimentos —reflexiona ella.

Hablan un poco al respecto pero los interrumpe la puerta al abrirse, de dónde sale un hombre de apariencia humilde que se despide de forma recatada de quien se encuentra dentro. Entonces Adam y Erin se levantan y entran a la oficina. Adentro Erin se encuentra con un hombre que cree no conocer, pero que él a ella la conoce muy bien.

Es un hombre de edad avanzada, bajo de estatura y fuerte para su edad, pero con pelo, bigote y barba completamente blancos. En cuanto la mira le dedica un efusivo abrazo.

Otto está conmovido al verla entrar y le explica que había pensado que estaría muerta. Se forma una escena conmovedora.

Luego de que Adam le explica todo lo que ha ocurrido durante este tiempo y la razón por la que han regresado hasta aquí Otto los guía a otra habitación. Es una sala de exposiciones donde cierra las puertas con llave, apaga las luces y les muestra un patrón de fotografías con un reflector. Las imágenes son de una serie de experimentos de índole completamente ajena para ellos dos.

Otto les explica minuciosamente que por décadas, poco después de la Segunda Guerra Mundial y a causa de la terrible radiación nuclear que se proliferó durante los últimos años de este conflicto, se investigaron las reacciones de mutación genética que el contacto con gases tóxicos tuvo en algunos sectores del mundo. Durante los primeros años estas mutaciones fueron meramente físicas y el doctor Henrick Favcosky fue el máximo responsable de las primeras investigaciones de este fenómeno. Desarrolló experimentos, tesis y ensayos extensos por más de cuarenta años sobre este tema. Tras su muerte sus investigaciones quedaron en manos de sus colegas más próximos.

Aunque más tarde el gobierno confiscó estas investigaciones, se sabe que no fue entregada la información más importante: la que pondría en peligro a la humanidad estando en manos equivocadas, egoístas y ambiciosas. Sin embargo, durante los últimos años, organizaciones externas fueron descubriendo cosas por su propia cuenta y, entre éstas, a los niños prodigio.

Las mutaciones fueron reacciones inmediatas ante los gases nucleares pero, eventualmente, dichas mutaciones se fueron amoldando con el paso de las generaciones al código genético de los predecesores de esta gente, lo cual terminó culminando no en una mutación errónea ni en una disfunción genética, sino en una auténtica evolución para la subsistencia de la especie. Lo que conllevó a la alteración genética de los "niños prodigio" fue el propio sistema de supervivencia del organismo humano.

Ergo, esta cadena desemboca en Erin y su antiguo grupo de amigos, quienes vendrían siendo el siguiente eslabón en la cadena evolutiva. Y todo esto representa, aunque en gran parte un maravilloso milagro, también un peligro tangible, presente y constante en la vida de estos humanos privilegiados.

Al parecer hay un grupo que por fin ha descubierto esta información: que el grupo secreto en el que se instaura Otto y donde creció Erin estuvo existiendo en secreto por mucho tiempo.

La conclusión es que dicho grupo secuestró a Erin y a sus compañeros a través de una institución gubernamental y posiblemente trabajó con ella para utilizar a los niños prodigio para sus propios fines en el Área 28. Sin embargo, es probable que, dados los resultados catastróficos del Sector 6, ellos realmente no tuvieran suficiente información biológica como para hacer funcionar alguno de sus experimentos, o que, al menos, con el incendio se hayan perdido.

También pueden intuir, gracias al modus operandi que utilizaron para secuestrar al grupo de Erin, que no saben con exactitud la cantidad de niños prodigio que existen y que, probablemente, conciben muchos menos de los que hay, con lo cual aún pueden mantener a salvo al resto de chicos que la institución tiene bajo su cuidado. Ergo, la única manera de mantener el orden, el control y la paz que por tantos años ha mantenido la institución secreta es conseguir deshacerse de todo rastro de evidencia científica que el gobierno y las organizaciones pudiera haber recopilado durante los últimos años. Por todo esto es preciso comenzar de inmediato una investigación exhaustiva de toda la información que pueda poseer el Área 28 y extraerla a la brevedad. Si es necesario tendrán que recurrir al ataque directo. En pocas palabras: destruirlo todo.

De este modo Otto deja claras las intenciones que tiene la institución: comenzar una contienda a mano armada contra los grupos responsables de los secuestros. Otto les informa sobre lo importante que resulta la ayuda de ellos dos dentro de esta contienda.

Al escuchar todo esto, al ver sus esperanzas de olvidarse del peligro y estar a salvo por fin deshechas, Erin sufre un colapso. Al pensar en que, no sólo no podrá olvidarse de todo el asunto ni contar con la protección de ninguna fuerza de autoridad, sino que además se encuentran en una peligrosa guerra de implicaciones mundiales inminente. Sabe que tendrá que poner su propia vida en juego ante tal campaña, sufre un ataque de nervios.

Comienza a gritarles y arremete contra ellos. Aunque Adam trata de detenerla, un campo de fuerza energética parece rodearla de pronto, haciendo imposible tocarla. Trata de huir por la puerta, pero Otto la detiene. Ella le hace daño sin querer y, en medio de su histeria, se encoge y comienza a llorar, alterada. De pronto comienza a sangrar por la nariz y, a causa de su basta concentración de energía interna descontrolada, colapsa y cae desmayada.

Erin despierta en una habitación limpia y acondicionada, muy etérea. Desorientada, mira a su alrededor y descubre a Otto, sentado a la orilla de la habitación. Él en realidad no lleva mucho tiempo allí. Todavía es temprano, por lo que se entiende que Erin pasó toda la noche inconsciente.

Cuando Otto se acerca ella se disculpa por lo que pasó la noche anterior, afirmando que no era su intención reaccionar así, pero que tenía miedo y aún lo tiene. Entonces Otto le acerca un portafolio grande donde se encuentran todas las fotografías donde aparecen los grupos de alumnos que han vivido bajo su tutela, ordenados por generaciones.

Entre estas fotografías se encuentra su antiguo grupo de compañeros y ella en medio de estos. Otto le cuenta algunas cosas que recuerda de ellos. También le habla de las generaciones más antiguas.

El primer grupo se formó en 1970 con cinco niños. Más tarde reunieron cada vez más jóvenes, por lo que los grupos fueron creciendo, pero las generaciones se conformaron por rangos de edad aproximados de cinco a diez años de diferencia como máximo. En total han existido cinco generaciones hasta ahora, siendo la de Erin la penúltima y la más numerosa hasta ahora. Dichas generaciones no tienen que ver con sus grados escolares, pues dentro de una misma generación de niños prodigio puede haber chicos de 1er grado hasta 11o grado. Debido a la gran cantidad de niños prodigio que se han ido encontrando con el paso del tiempo los grupos se han hecho más grandes y se han expandido su territorio hasta el otro lado del país con una segunda institución secreta. Estas sedes están camufladas como Institutos de educación especial con modelos educativos experimentales. De este modo Otto se encarga de brindarle educación, seguridad, hogar, comida y servicio de salud a los chicos, ocultándolos de los intereses de terceros y ofreciéndoles oportunidades a futuro al terminar sus estudios y una vez que sus alteraciones genéticas sean monitoreadas y logren ser estables, permitiéndoles reintegrarse a la sociedad teniendo siempre el apoyo del Instituto ante cualquier situación que concierna a su condición respecto a cualquier ámbito (es decir, apoyo legal, psicológico, social, de salud, laboral, etc.).

Al escuchar todo esto Erin siente una gran nostalgia por los recuerdos que en realidad no tiene. Otro le propone conservar el álbum de fotos mientras recupera sus propios recuerdos. Tras el arrepentimiento de Erin, y luego de romper el hielo con Otto, ambos se quedan conversando sobre la historia del Instituto Wallace por largas horas.

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