DDE I. CAPÍTULO 5



Cuando Erin recupera el conocimiento se encuentra en una cama, en la tranquilidad de una silenciosa habitación austera. Se levanta de inmediato, desorientada, y comienza a caminar cautelosamente hacia la puerta, temiendo haber sido capturada. Puede escuchar voces provenientes de la planta baja, y desciende con desconfianza, pero al oír la voz de Travis se relaja un poco y llega hasta una sala bastante inhóspita, donde dos hombres fornidos y grandes conversan con Travis.

Entonces ellos caen en su presencia. Los dos fortachones la invitan a acercarse, pero Erin se muestra renuente, quedándose en el umbral. Travis se acerca a ella y le explica todo lo que pasó.

Fueron recogidos en medio del camino por esos dos campesinos y, tras remolcarlos hasta esta casa, la dejaron dormir, pues llevaba desmayada un buen rato. Estuvo inconsciente casi un día.

Erin finalmente accede ir a sentarse junto a Travis. Los campesinos resultan ser muy amables, sin embargo, no termina de confiar en ellos. Resulta que Travis les dice que fueron atacados por un oso y ellos creen en esa historia sin mayor reparo. Luego, cuando ella mira a Travis de reojo, nota que ya está bien curado, pero el pueblo en donde están parece demasiado austero y abandonado como para poder tratar tan bien una herida. También le llama la atención que la casa tiene de todo y está muy bien arreglada, pero parece muy impersonal, y el hecho de que los campesinos sean muy bien hablados e incluso cultos.

Erin se siente incomoda con todo esto y se excusa para ir al baño, que está en la planta de arriba. Allí comienza a revisar los cuartos, encontrándose con que no hay fotos ni recuerdos de ningún tipo, además de que todo parece nuevo. Al abrir cajones y puertas descubre que todo está completamente vacío. Al revisar un buró descubre una pistola cargada, escondida debajo de un cajón. Se la guarda de inmediato y se dispone a salir, pero en el pasillo es interceptada por Travis. Erin le comenta sobre sus sospechas de que puedan ser agentes encubiertos, pero cuando Travis trata de convencerla de que simplemente está siendo paranoica, Erin se siente traicionada.

Decide seguirle el juego. Entra al baño y cuando sale escucha desde las escaleras que los tres hablan en voz baja sobre las dudas de Erin. Uno de ellos comenta que es mejor que vuelvan al camino antes de que sospeche nada más. Luego se marchan a la cocina.

A Erin no le quedan más dudas.

Cuando baja se ofrece para ayudar a lavar los platos que usaron, pero Travis le dice que es mejor que se marchen. Como en realidad esto es lo que ella quiere accede sin ningún problema.

Se despiden de sus anfitriones y uno de ellos, el que parece más joven, se despide de ella con exagerada amabilidad, haciéndole notar su atracción.

—Eso era innecesario —le comenta Travis con discreción.

—Para ti, tal vez —responde el otro.

Los tipos les avisan que el coche en el que habían llegado ya no era más que chatarra, por lo que lo mejor sería que se dirijan hacia el depósito de autos que está a pocos kilómetros de allí para conseguir otro auto. Erin recuerda muy bien que el coche que habían robado no tenía ningún daño grave, aparte de las abolladuras de la carcasa, aunque es cierto que sería peligroso conducirlo en zonas públicas siendo que se trata de un auto de seguridad privada y podría haber sido rastreado. Sin embargo, no dice nada al respecto y se limita a permanecer callada y agradecer.

Se dirige junto a Travis hacia el depósito de chatarra. Por el camino también permanece callada. Entran al lugar y comienzan a buscar autos que puedan servirles. Travis no tarda mucho en encontrar uno bien conservado. "Demasiado como para estar en un depósito de chatarra" piensa ella. Además, arranca perfectamente tras batallar un poco con los cables. Ambos lo abordan y se dirigen de nuevo hacia la carretera.

Por el camino Erin trata de hacerle notar su desconfianza con respecto a aquellos campesinos, pero Travis evita esa charla recordando de súbito la curiosa atracción que causó en el fornido y rubio campesino más joven. Erin no parece interesada en eso, pero Travis le recuerda que en algún momento tendrá que saber lo que es estar enamorada o al menos sentir atracción por alguien y dar su primer beso. Erin se muestra renuente ante el tema, pero termina picándole la cabeza toda esa chasca sobre el primer beso.

Travis conduce durante todo el día. Al atardecer se detiene en una gasolinera para conseguir algo de comida en uno de los mini-super con el dinero que los campesinos les regalaron, cosa que tampoco le había dado confianza a Erin. Luego avanzan un par de metros más sobre la carretera para poder detenerse a comer y a dormir sin ningún peligro cerca.

Conversan un poco, sobre todo de él y de su temerario estilo de vida. Erin no se puede explicar por qué él arriesga su vida de esa forma por ella. Travis le confiesa que tal vez él también intenta comprender por qué lo hace, trata de entender la razón por la cual está vivo, por qué sigue en este mundo y qué es lo que tiene que hacer aquí.

—Tal vez seas una especie de milagro —sonríe Travis.

Se miran a los ojos unos segundos, sumergidos en la oscuridad del interior del auto, uno frente al otro, acomodados en los asientos delanteros. Travis parece seguro de sus palabras, pero a Erin le cuesta trabajo descifrar todo lo que significan.

Poco tiempo después Erin se queda dormida. Travis permanece un rato más despierto antes de caer rendido.

Al amanecer, antes de que llegue el alba, Erin se despierta súbitamente. Permanece unos minutos en el auto, pensativa y dudosa, pero luego de que termina de meditar mira el perfil de Travis. Él sigue durmiendo tranquilamente, ajeno a todo lo demás. Erin le mira en silencio, indecisa, pero finalmente toma aire y abre con cuidado la puerta del copiloto, tratando de no hacer ruido, dispuesta a marcharse. Sin embargo, duda unos segundos, con un pie afuera, y finalmente se gira para volver a mirar a Travis. Un tanto abochornada, pero con expresión decidida, se acerca a él mirando su rostro y temiendo despertarlo.

Contiene el aire para no perturbarlo, cierra los ojos y con un movimiento temeroso e inexperto acerca sus labios a los suyos, besándolo superficialmente, apenas acariciando sus carnosos labios con sus propios titubeantes labios. Saborea el momento como no lo había previsto, y aquella descarga eléctrica en su espalda la obliga a separarse rápidamente, incapaz de permanecer más tiempo. Está exaltada, pero no más excitada de lo que esperaba. Controla el burbujeo en su estómago y sale del auto con decisión.

Camina de regreso a la gasolinera, abrazada a sí misma por el frío de la madrugada. Una vez allí descubre un par de camiones de carga que están a punto de partir. No lo piensa dos veces y se dirige a uno de los conductores, un camionero gordo y cuarentón que al verla no oculta su despotismo. Erin le ruega que la encamine hacia Boston, prometiendo pagarle muy bien el favor (está claro que planea timar al tipo, pues no está dispuesta a darle su virginidad). El hombre se muestra renuente, pero finalmente accede al verla bien.

Él sube al camión después de terminar de preparar la carga, pero entre su discusión y los preparativos pierden suficiente tiempo como para que caiga el amanecer. Justo antes de subir al camión aparece Travis. Éste detiene a Erin a la fuerza. Ella trata de subir al camión pero al ver a Travis el camionero arranca el vehículo sin miramientos, dejando a Erin botada.

Una vez que los camiones se han ido, Travis regaña a Erin por su insensatez, pero ella se niega a irse con él. Aunque él trata de saber por qué hace esto ella no quiere hablar más con él, por lo que éste se da media vuelta, dispuesto a marcharse al auto, pero a sabiendas de que Erin tendrá que ir detrás de él. Y, en efecto, Erin camina tras él, a un par de metros de distancia, pero cuando están cerca del auto Travis escucha el seguro de un arma a sus espaldas. Entonces se gira para encontrarse a Erin a unos cinco metros de distancia, apuntándole con una pistola a la cabeza. Se quedan en silencio durante unos segundos, mirándose con expresiones sombrías.

Erin le dice que se han acabado los juegos. Le pide que le explique todo, por lo que Travis simplemente responde con un:

—No me has decepcionado.

Mantienen una discusión pacífica pero seria en la que ambos tratan de parecer inmutables. Sin embargo Erin tiene que luchar contra sus propias dudas sobre creer en él o no luego de que él mismo le dice que está de su lado.

Le explica que es un espía —cosa que Erin ya sabe— y que la razón por la que le ha estado acompañando es porque su misión era protegerla, al mismo tiempo que buscaba comunicarse con Otto Wallace, con la finalidad de acceder a las investigaciones científicas que su agencia buscaba para combatir a la agencia que ha estado detrás del rapto de Erin y sus compañeros, así como sus eventuales accidentes biológicos. Sin embargo, Erin no puede creerle por completo.

A pesar de sus dudas decide obligarlo a que la lleve hasta Boston, donde la abandonará para que ella misma busque a Otto, sin su compañía, renuente a la idea llevar a un espía hasta él.

Sin más opciones, Travis accede y se marchan en el coche. Después de esto su relación se vuelve fría y calculada. Erin trata de mantener el control de la situación, teniendo siempre el arma a la mano por si Travis intenta jugarle alguna pasada.

Por la tarde llegan hasta la aduana, donde Travis logra pasar sin problemas gracias a papeleo falso

Finalmente, al atardecer, llegan a Boston y Erin lo obliga a detenerse, advirtiéndole que si intenta seguirla no se tocará el corazón antes de matarlo. A pesar de todo, Travis sonríe y la deja ir sin más, lo cual confunde aún más a Erin, pero lo oculta y actúa con decisión. Sin embargo, justo antes de bajar del coche, Travis la detiene.

Ella se gira y entonces Travis toma su mentón e inesperadamente la besa en la boca, de forma profunda y apasionada, lo que la deja completamente desarmada.

Una vez que se separan Travis la mira a los ojos y sonríe, cínico.

—El anterior no valió —susurra sobre sus labios, refiriéndose al beso que ella le había robado en el coche creyendo que él dormía.

Erin se queda sin aliento, incapaz siquiera de decir nada, y finalmente baja del auto. Travis le desea suerte y ella responde con un tímido gracias. Finalmente él arranca el auto y se pierde entre el tránsito por una avenida.

Después de unos minutos, cuando considera que él ya no se encuentra cerca, comienza a caminar despacio por las calles de Boston, internándose en el centro de la ciudad, en busca del orfanato del que Adam le había hablado.

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