DDE I. CAPÍTULO 4



Travis pasa la noche conduciendo y comienzan a hablar para que éste no se duerma. Como Erin no quiere contarle lo quería pasó realmente antes de llegar a la feria, comienza a contarle las cosas que Adam le había contado de ella, de su infancia —omitiendo la parte donde era una niña diferente con una composición celular especial— y también algunos de sus sueños inventados como si fuesen reales.

Hablan un poco sobre ambos. Erin comenta sobre el anillo de compromiso que lleva en el dedo y él le dice que en realidad es de su madre. Como él creció solo con ella, cuando falleció de cáncer se quedó con su anillo de bodas como recuerdo. Le dice que también conserva el de su padre, que lo poseía su mamá luego de que éste muriera en la guerra.

De imprevisto comienzan a hablar de amor, y Erin confiesa que ella nunca ha estado enamorada, aunque no le dice que realmente no lo recuerda. Travis le confiesa que él tampoco, pero sí que ha tenido relaciones. Ante esto, a Erin le asaltan las dudas sobre su propia sexualidad y comienza a hacerle un interrogatorio a Travis con respecto a ese tema, con lo que termina confesando que nunca ha besado a nadie, aunque, igualmente, más bien no lo recuerda. Travis bromea diciéndole que puede ser su instructor, por lo que Erin lo manda a paseo, pero se queda pensando en el tema por un buen rato.

Por la madrugada deciden detenerse a la orilla del camino para dormir un rato. Cuando Travis se queda profundamente dormido Erin aprovecha para ir hacia la guantera pero ya no encuentra los papeles. Entonces piensa que probablemente los haya cambiado de lugar cuando ella salió a orinar a mitad del camino. Frustrada, se regresa al asiento trasero, donde se había acomodado para dormir, pero en vez de eso, empieza a darse cuenta de que puede mover cosas cuando se concentra en ellas y se dedica a practicar esto con una lata vacía que hay en el piso. Así pasa el resto de la noche, hasta que logra controlar con suficiente precisión la lata. No tarda en amanecer.

Al día siguiente se ponen en camino de inmediato. Como pasó la noche en vela, Erin se queda dormida por la mañana. Más tarde llegan a un pequeño pueblo donde paran en un autoservicio para comprar comida rápida. Como ella está harta de estar en el coche, baja con él aun en contra de lo que Travis le pide, denotando más seguridad de la que tenía con Adam.

Entran al restaurante y, después de pedir, Erin comienza a preguntarle por qué no pudo mantenerse en vela toda la noche, luego le pregunta a qué se dedica y finalmente le cuestiona acerca de su extraño pasatiempo. Travis logra evadirla, diciéndole que es reservado, pero que contestará sus preguntas sólo si ella lo hace también. Erin se echa para atrás, pero finalmente Travis accede a responder sólo a una pregunta. Entonces Erin simplemente le pide que le cuente algo divertido o interesante de sus aventuras de "caza fantasmas". Travis le cuenta sobre posibles alienígenas y robots espaciales, pero cuando le habla de pie grande Erin comienza a dudar de si Travis sea una persona realmente cuerda.

Entonces él exige su pregunta de vuelta, pero al final solamente le cuestiona por qué no ha dado su primer beso. Ella pregunta por qué no aprovechó para preguntarle algo más importante. Él sólo responde que es porque seguro ella no contestaría, así que decide guardarse sus dudas hasta Boston. Cuando Travis insiste en su pregunta Erin responde que seguramente porque nunca ha conocido a nadie con una boca lo suficientemente apetecible.

—Lo encontrarás —le dice él.

—Tal vez cuando tú encuentres a pie grande —se ríe ella.

Terminan de comer y vuelven a la camioneta, dispuestos a seguir su camino.

Por la noche Travis se adentra en una calle hotelera de un rancho de paso. Le dice a Erin que podrían pasar la noche en un hotel. Aunque ella lo ve peligroso, accede luego de recordar la incomoda noche en los asientos del coche.

Él le pide que escoja el hotel. Ella le dice que en realidad le da igual, así que él termina eligiendo el lugar. Pero entonces ella cambia de opinión y elige de súbito otro lugar. En realidad, ella empieza a desconfiar de él.

Al entrar les son asignadas dos habitaciones. Cuando entra en la suya, Erin le pregunta sin rodeos por qué se toma tantas molestias por ella cuando ni siquiera la conoce bien. Él, algo nostálgico, asegura que, aunque suene tonto, le parece que su vida es muy solitaria, así que, tal vez, sólo esperaba que sucediera algo interesante con ella a su lado. Erin se siente un poco culpable por hacerlo sentir así. Antes de que se marche le da las gracias por todo lo que ha hecho por ella. Travis sonríe de nuevo y le ofrece también ser su instructor para besar.

—No podría abusar de tus favores —contesta ella.

Travis se marcha y ella comienza a preguntarse si tal vez se equivoque con él; si tal vez lo único que pasa es que él se siente atraído por ella. Pero entonces recuerda los papeles del coche y sabe que hay algo extraño en todo esto.

Erin tarda varias horas en irse a acostar. Cuando está en ello se acerca a la ventana para cerrar las cortinas y entonces ve a un hombre de pie frente al hotel, ligeramente escondido entre los árboles y la oscuridad.

Asustada, sale de la habitación a hurtadillas y llama a la puerta de Travis. Cuando éste abre Erin entra con apuro y le advierte de la persona que acaba de ver. Se asoma a la ventana y, aunque él niega ver algo, Erin puede distinguirlo aún y sigue alterada. Así, aunque ella pide que se marchen, Travis prefiere quedarse allí.

Al final él logra convencerla pero, aunque le pide que se quede con él en su habitación para estar más seguros, ella se niega. Mientras se marcha a su habitación piensa en la tranquilidad de Travis en esta situación y su actitud le hace desconfiar de nuevo de él.

Erin pasa la mayor parte de la noche en vela, familiarizándose con el extraño poder que comienza a crecer en ella. Esta vez logra mover ligeramente varios objetos más pesados. Sigue con ello hasta que cae rendida al alba, luego de comprobar que el sujeto que acechaba ya no está.

Alrededor del mediodía vuelven a salir a la carretera.

En la tarde paran en una gasolinera. Allí son interceptados por una patrulla, pero los policías no parecen muy normales. Se dedican a checar el papeleo de Travis y sus placas mientras le dirigen miradas extrañas a Erin antes de dejarlos pasar.

Casi al anochecer se percatan de que un auto negro los va siguiendo. Travis trata de mantenerse tranquilo, pero una vez que se han adentrado en una zona boscosa y solitaria, el auto negro les da alcance, deteniéndose frente a ellos.

Un hombre vestido de negro baja de la parte trasera, se acerca a la ventanilla de Erin y la saluda cordialmente. Del mismo modo, le pide que baje para acompañarlo a ver a unas personas que están deseosas de conocerla y ayudarla. Erin reconoce al sujeto de la noche en que murió Adam y, absorta en su impotencia, lo manda a la mierda. Travis acelera en cuanto el hombre mete la mano en su saco, esquivando con dificultad el auto negro. El hombre vuelve al coche y comienzan a perseguirlos, pero al saber que no será cosa fácil darles alcance, el hombre ordena que suelten a las bestias.

De inmediato, del gran auto negro salen por las puertas traseras tres monstruos caninos con la piel blanquecina cubierta de ampollas abiertas y sangrantes, con los músculos sin piel, enormes y tensos, y sus enormes hocicos segregado espuma, rabiosos y enloquecidos.

En seguida le dan alcance al remolque, que se tambalea en cuanto las tres bestias se prenden de éste. Erin tiene que dirigirse hacia la parte trasera, donde intenta recubrir las ventanas para no dejarlos entrar. Pero uno de ellos logra llegar hasta el parachoques y rompe el vidrio frontal, lo que distrae súbitamente a Travis y lo hace desviarse del camino, yéndose hacia el interior del bosque, por un sendero muy estrecho.

Erin alcanza un palo y golpea al monstruo, haciéndolo retroceder hacia el techo. Entonces las otras dos bestias logran romper una de las ventanas, obligando a Erin a enfrentarlas. Sólo una se cuela al interior, pero es suficiente para causarle muchos problemas. Comienza a defenderse de las feroces fauces del monstruo a la vez que intenta mantener al otro afuera. Acorralada, se defiende con la mesa plegable que le sirve de escudo, tratando de alejar el enorme hocico de su cara. Sin embargo, estando a esa distancia puede darse cuenta de que aquellos monstruos tienen el mismo aspecto que Adam, sólo que, tal vez, de menor tamaño.

Anonadada, termina recibiendo en el costado un zarpazo de las garras del monstruo, lo que la obliga a volver a la realidad y, tras sentir el miedo a la muerte de ella y su amigo tan cercana, reúne fuerza y valor, levantando el palo que utilizó antes y, tomando impulso, logra clavarlo en el hocico de la bestia, atravesándole el cráneo. Una vez que lo ve muerto la adrenalina comienza a disiparse, pero es consciente de que aquel torrente de energía no provino solamente de ella.

La voz de Travis, convertida en un grito agónico, la hace levantar la vista, sólo para contemplar a una de las bestias intentando alcanzar a Travis, mientras el auto pierde control y va a estamparse contra una enorme roca que vuelca el vehículo, lanzando a Erin hacia el frente. Todo pasa demasiado rápido y desorbitante ante los ojos de ambos. Al momento siguiente se encuentran aplastados por el coche volcado en un risco pantanosos, varios metros hacia abajo del camino.

Adolorida, Erin se levanta con dificultad, encontrándose con que Travis, semi inconsciente, está seriamente lastimado de la pierna. Sin embargo, no pueden permanecer ni un segundo más allí, por lo que Erin lo levanta con dificultad, obligándolo a cojear lejos de allí. Pero, no bien se han alejado, cuando escuchan tras ellos las pisadas de los canes, acechándolos. Erin sigue avanzando a cuestas, aún sabiendo que no hay escapatoria.

Entonces Travis se cae y Erin cae con él. Trata de levantarse con apuro, pero se topa con las bestias de frente. Al mirar a su alrededor, desesperada, recuerda que antes había podido mover el remolque. Entonces toma aire y coraje, sostiene con fuerza la mano de Travis y, con dificultad, logra levantar el pesado automóvil que está volcado a varios metros de distancia. Lo lanza contra los monstruos que la estaban acorralando, causando una explosión.

Finalmente logra levantarse y se acerca, notando que uno de los monstruos aún sigue vivo, aunque calcinado e inmovilizado. Erin levanta una enorme piedra con la mente y la deja caer sobre la cabeza del monstruo. Ella está agotada y su nariz sangra, pero entonces nota que los agentes los están buscando, a pie y con lámparas. Erin sale corriendo, levantando con dificultad a Travis, y ambos corren cuesta arriba, de regreso al camino.

Una vez allí, Erin descubre que el coche negro de antes está vacío y se dirige a él con prontitud. Ayuda a Travis a subir al asiento del copiloto, pero cuando rodea el auto comienza a escuchar a los agentes y sus balas resuenan sobre la carcasa. Erin avanza, obstinada, y entra al auto. Lo arranca con desesperación y se pone en marcha a toda prisa para salir del bosque.

Los agentes comienzan a disparar, pero uno de ellos —el hombre que había hablado antes con Erin— les ordena que se detengan, pues la quiere viva. El hombre sonríe. Evidentemente ha descubierto los poderes que ella ha logrado desarrollar por fin.

Erin logra regresar a la carretera y sigue conduciendo con dificultad, mientras Travis lucha contra el dolor de sus heridas. Ella trata de mantenerse lúcida, e incluso intenta consolar a Travis, pero finalmente el agotamiento la vence y cae desfallecida tras el volante. Travis pone de inmediato el freno de mano y quedan varados en medio de la carretera, desvalidos y propensos al peligro en mitad de la noche.

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