DDE I. INTRODUCCIÓN / PRÓLOGO



Una joven de largo cabello negro y ojos azules despierta a los pies de un hombre que aparentemente es un científico. Sin embargo, el lugar donde se encuentran está envuelto en llamas. El hombre pretende apagar el fuego pero es muy intenso. Conforme ella reacciona se da cuenta de que se encuentra en un estado crítico: su cuerpo está dolorido y débil, su respiración es sofocada y su cabeza le punzs estrepitosamente. Sin embargo, percibe el peligro, y al observar al hombre actuar como un loco, saca fuerzas de flaqueza y comienza a andar en dirección contraria a él.

Se topa con un largo pasillo, derruido por el fuego, así que tiene que buscar otra salida por las escaleras. Se va abriendo camino hasta llegar a un área inmensa, y del otro lado ve la puerta. Sin embargo, se aterroriza al observar varios cuerpos, aparentemente de jóvenes, que cuelgan de vigas desmanteladas y penden de sus propios músculos y tendones desgarrados y derretidos por el fuego que devora el lugar.

Intentando ignorar el terrible escenario, la chica continúa caminando con dificultad. Con torpeza, llega hasta la puerta de la salida, pero entonces escucha a sus espaldas a alguien que le ordena detenerse. Cuando se gira ve al científico de antes apuntándole con un arma de fuego.

Ella se queda rígida, esperando tal vez el tiro de gracia, sin fuerzas ya para intentar escapar. Pero antes de que el científico pueda decidir qué hacer, un ser amorfo surge de entre los cuerpos quemados, lanzándose contra él, entre agónicos rugidos ahogados. Esta especie de monstruo, mitad canino, mitad demonio, de varios metros de altura, tritura al científico al instante. Luego se gira hacia la chica y avanza con dificultad. Ella retrocede aterrorizada, pretendiendo llegar hasta la puerta para huir, pero entonces el ser comienza a sufrir violentas arcadas que le hacen retorcerse en el suelo.

Comienza a gruñir, luego a quejarse con una voz cada vez más humana, hasta que, frente a los impactados ojos de la joven, éste recupera el aspecto de un hombre altísimo de largo cabello negro. Al verle indefenso en el suelo corre en su auxilio y le ayuda a levantarse, al tiempo que levanta el arma que había quedado tendida junto al cuerpo triturado del científico.

Ambos salen por la puerta, mientras el inmenso edificio se va derruyendo poco a poco a sus espaldas, llevándose consigo al olvido los cadáveres de los desdichados que allí yacen.

Pero esto es sólo el principio.

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