DDE I. CAPÍTULO 3



Es de día cuando Erin finalmente recupera el conocimiento. Despierta en los brazos de Adam y después de unos instantes se baja para seguir caminando ella misma. Continúan un rato, pero Erin se da cuenta de lo cansado que está Adam.

Después del mediodía llegan a un río donde Adam no duda ni un segundo en lanzarse al agua, refrescándose por la ardua noche que pasó. Erin se niega a entrar al principio, pero después de que Adam insista un poco ella acepta y se baña junto a él. Al salir Adam se quita la camisa y se tumba en el pasto, quedándose profundamente dormido al instante. Erin lo observa dormir tranquilamente, dándose cuenta de pronto de lo atractivo que es. Con temor, toca su rostro pálido, su nariz larga, sus labios delgados y su mandíbula afiliada, luego sus largos mechones ondulados y negros, aunque al final se resiste a tocar la fina línea que forma su vello sobre su pecho mojado. Abochornada por sus repentinas emociones, decide alejarse para lavar la única muda de ropa que tienen.

Cuando él despierta ya es de noche. Erin está sentada a la orilla del río, pensando, enajenada. Adam se levanta y se acerca a ella, tomando su camisa de una de las ramas. Como habían dejado sus casas en el motel, lo único que lleva puesto Erin es una delgada playera de manga corta, y está tiritando de frío. Al verla, Adam le deja su camisa, quedándose sólo con su propia camiseta de tirantes.

Deciden pasar allí la noche y comienzan a conversar. Después de todo Erin no toca el tema del incidente en el motel. Adam finalmente parece abrirse un poco con ella, pues le cuenta algunas cosas sobre su infancia, sobre el tiempo que pasó en la academia militar a petición de su padre y sobre cómo comenzó a interesarle la ciencia después de que éste le empezase a llevar de visita a los laboratorios ocultos del orfanato. Basándose en los acontecimientos que le cuenta, Erin se pregunta si Adam pudo haber sido adoptado.

Esa noche duermen plácidamente. Erin comienza a escucharlo quejarse a medianoche, así que, dudosa, termina acercándose a él para acariciar su cabello y su rostro. Curiosamente, la tranquilidad de esa noche evita que se convierta, aunque por la mañana siente las cotidianas molestias de sus alteraciones faciales. Ambos descubren, extrañados, que al tocarlo esa noche Erin evita que él se convierta.

Al día siguiente se encaminan de nuevo hacia el oriente. Aunque el silencio continúa imperando el ambiente, Erin nota que Adam se muestra más relajado y menos irascible, o tal vez sea que ella misma se empieza a sentir más cómoda con él.

Al anochecer se topan con una feria ambulante al lado de un pueblo en medio de la carretera. Como ambos mueren de hambre deciden acercarse para conseguir algo de comida. Después de dar un par de vueltas por los locales deciden que no quieren hurgar en la basura por sobras, así que Adam se dispone a hurtar a algún vendedor, pero Erin se niega, lo cual lo irrita. Pese a todo, terminan ofreciéndole ayuda a uno de los jóvenes que, al notarlos rondar, les ofrece alimento a cambio de ayuda con algunas cajas que debe sacar de su remolque y llevarlas hasta el puesto.

Se dedican arduamente a cumplir con el trabajo pero, cuando están a punto de terminar y Erin se dirige hacia el remolque para sacar la última caja, un grupo de hombres la acorralan y le piden que vaya con ellos. Aparentemente son los agentes que los han estado siguiendo.

Asustada, Erin trata de huir, pero no logra alejarse demasiado cuando es interceptada. La rodean y ella intenta forcejear, pero los hombres la superan en número y fuerza. En ese momento llega el joven al que estaba ayudando y al ver la situación decide ayudar a Erin. Golpea a tres hombres que la intentan someter y ella logra librarse de los otros dos, imitando al chico y dejándolos tumbados. Entonces ella sale corriendo y el chico va detrás de ella.

Erin comienza a buscar entre la multitud a Adam, pero de pronto un barullo incontenible comienza a alborotar a la gente. Entonces ve de lejos a unos agentes que se abren paso hacia ella. Finalmente, el chico que la había ayudado tira de ella para dirigirla hacia otro lado, despistando a los agentes. La lleva hasta su remolque, donde se ocultan.

El chico intenta pedirle que le explique qué pasó, pero ella se limita a decir que no es del agrado de esos hombres, además de darle las gracias. Luego le explica que tiene que ir a buscar a su amigo, pero el chico le dice que irá él —pues es peligroso que ella salga—, y la hace esperar adentro. Antes de que se vaya, ella le pide su nombre y él le dice que se llama Travis.

Erin espera adentro, pero de inmediato la inquietud le empieza a carcomer la cabeza y, cuando empieza a escuchar gritos y un alarmante ajetreo afuera, se asoma para ver qué sucede.

Un rugido bestial le advierte que se trata de Adam y de inmediato sale del remolque para buscarlo, pero el ajetreo le imposibilita ir más adelante y, abriéndose paso entre la multitud, alcanza a ver a Adam, convertido completamente en un monstruo, acorralado por armas de todo tipo hasta la orilla de un altísimo risco.

Adam ruge y suelta zarpazos con sus enormes garras, pero no logra alcanzar a nadie antes de que un par de torretas se descarguen sobre él.

Erin, aterrada, grita su nombre con dolor. Él alcanza a verla entre la multitud que escapa en dirección contraria en cuanto las potentes armas son descargadas contra el gigantesco y pálido monstruo.

Las balas impactan en su cuerpo mórbido, pero él apenas puede darse cuenta del dolor, pues la preocupación corroe más que las heridas.

Le obligan a retroceder a puntapiés, y al dar un último paso en falso cae de espaldas al precipicio, perdiéndose en la negrura del abismo en medio de la noche. Del precipicio sólo emana el sonido del impacto del cuerpo al caer al fondo de lo desconocido.

Todos aplauden el heroísmo de los agentes, menos Erin y Travis, que con dificultad se escabullen y vuelven a ocultarse en el remolque de él. Pero Erin no es capaz de darse cuenta de su suerte porque sólo puede recordar la imagen de Adam cayendo por el precipicio y su propia voz quebrada al sentir la impotencia de no poder salvarlo.

Por la mañana Erin sale del remolque y se encuentra con que todos los puestos se están yendo. Entonces se dirige al risco por el cual cayó Adam. Se queda allí, arrodillada frente al precipicio, observando la nada, pensando en Adam y llorando en silencio.

Pasado el mediodía, Travis tiene que ir a por ella, diciéndole que deben desalojar el área antes de que lleguen las autoridades, encuentro que para ella sería mejor evitar. Erin se levanta y, después de un largo suspiro y ambos suben a su remolque.

El camino hasta la casa de Travis es silencioso. La casa no es más que un humilde piso en el pueblo de la feria. Travis le prepara a Erin un té y la deja descansar en la sala. Ella abraza la camisa de Adam y vuelve a llorar, acorrucada en el sofá.

Despierta por la noche, cansada y con dolor de cabeza. Travis la invita a cenar y mientras están a la mesa se atreve a preguntar por lo que pasó en la feria. Principalmente, por qué la querían arrestar y qué fue lo que pasó con su amigo. Erin se muestra evasiva pero le explica, a grandes rasgos, que ambos tuvieron un accidente en un laboratorio, lo que los convirtió en prófugos. Sin embargo, cuando él quiere saber más, ella le dice que es mejor para él no saber mucho.

Travis la deja quedarse esa noche en su habitación, mientras él duerme en el sofá.

Al día siguiente Erin pretende despedirse, diciéndole que tiene que llegar a Boston. Entonces él se ofrece a llevarla, alegando que es un aficionado de lo paranormal y de investigar sobre entes y experimentos alienígenas, y está seguro de que dichas cosas son las causas de todo lo que ha pasado.

Aunque Erin considera todo esto ridículo, acepta su oferta, sabiendo que en sus condiciones —ahora sola y sin protección— no podrá llegar demasiado lejos. De este modo termina encaminándose al lado de Travis en su remolque, en dirección hacia el oriente.

Como salen muy temprano por la mañana, durante la tarde Travis comienza a sentirse cansado, por lo que se detiene en una gasolinera para comprar en el mini super un café.

Por seguridad, Erin se queda en el auto y mientras espera decide prender la radio, pero como no hay señal comienza a buscar CDs en la guantera. Sin embargo, lo que encuentra es mucho más escabroso: un amplio papeleo de información poco clara sobre el Área 28, lugar donde se encuentran el Sector 2, 4, 6 y 8, así como expedientes sobre experimentos y sujetos de pruebas.

Al leer por encima algunos de estos documentos, Erin comienza a relacionarlos con lo poco que Adam le contó sobre las personas especiales del orfanato al que ella pertenece. Cuando alcanza a leer el nombre de Adam Myers se detiene y observa una foto de un joven de cabello negro y corto y unos ojos color verde profundamente fruncidos. Ante esta imagen Erin se altera y, súbitamente, todas las cosas de la guantera salen lanzadas hacia ella.

Asustada, desvía su atención de los papeles, sólo para percatarse de que el coche está avanzando solo. Después escucha la voz de Travis, que grita su nombre desde la gasolinera. Erin comienza a guardar todas las cosas de la guantera, incluyendo los papeles que encontró. Cuando ha terminado de guardarlos, Travis alcanza el coche gracias a que éste no avanza realmente rápido. Erin se gira, sorprendida, y, tras mirarlo, el auto se detiene súbitamente.

Se miran confundidos por unos segundos y luego Erin mira hacia el freno de mano, que está echado. Sin poder explicarse lo que ha pasado, Travis decide subir al auto y arrancar antes de llamar demasiado la atención de las pocas personas que hay al rededor.

Ninguno de los dos vuelve a hablar del tema, dejándolo como un incidente extraño, pero en silencio ambos le dan vueltas a ello durante el resto del día.

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