DDE I. CAPÍTULO 2



Continúan caminando en silencio, aunque esta vez con una sensación distinta: Erin se siente apenada por lo ocurrido mientras que Adam, turbado.

Sólo se detienen al mediodía para comer algo, pero descubren que la mayoría de las latas están pasadas. Como Adam sigue mostrándose borde, Erin finalmente lo aborda y éste confiesa que la culpa a ella por lo que le sucedió.

Inconforme con esa respuesta, ella comienza a sacar sus propias conclusiones, resolviendo que lo que en realidad pasa con él es que tiene miedo de no saber lo que pasará con su cuerpo.

Aunque con tono autoritario, ella consigue apaciguarlo, prometiéndole que se quedará a su lado hasta que hallen la solución a su condición.

Así continúan su camino por varias horas más, pero al anochecer se encuentran exhaustos e incapaces de continuar. Cuando se topan con la para turística de un pequeño pueblo deciden entrar al bar que está al lado de un pequeño motel. Adam le pide a Erin todo el dinero que había robado de los agresores de la otra noche y se dirige a la barra, donde conversa con una guapa camarera, con quien llega a un acuerdo.

Más tarde regresa con Erin, que está en una mesa, y le tiende un apetitoso plato de carnes asadas. Erin, impresionada, comienza a comer con ánimo mientras le pregunta cómo consiguió todo eso. Adam la evade, diciéndole simplemente que sabe negociar.

Mientras Wonderwall suena en la rockola del bar, Erin come con apuro mientras Adam, frente a ella, observa el lugar, de vez en cuando a Erin y otras a la camarera. Erin le habla sobre los recuerdos que le gustaría tener, entre ellos muchos viajes por el mundo y una carrera como violinista. Adam se ríe de ella, pero tras la insistencia y el espíritu infantil de ella, le confiesa los recuerdos que a él le gustaría tener, aludiendo a sus sueños frustrados, entre los que incluye haber tenido otro padre y haber seguido sus estudios.

Erin trata de amenizar un poco su ánimo, aunque al final sólo consigue suavizarlo cuando le recuerda que ella es huérfana.

Más tarde se dirigen hacia una de las habitaciones del motel. Erin sigue impresionada e insiste en saber cómo pagó todo. Adam, desde el baño, sólo se dedica a reírse de ella y de su ingenuidad. Entonces llaman a la puerta. Erin va a abrir, precavida, pero se encuentra con la camarera del bar, con un atuendo diferente y su largo cabello rojo mejor arreglado que hace rato. Ella pregunta por su "hermano mayor" y, tras un segundo más, Adam sale del baño, bastante más acicalado que por la tarde. Erin lo entiende todo y se enfurece, cerrándole la puerta en la cara a la chica. Coge sus cosas y le pide a Adam que se marchen, pero éste se niega, ignorando los berrinches de ella y explicándole que no puede deshacer su promesa.

Enfurecida, a Erin no le queda más remedio que dejarlo ir. Adam le explica a la chica que su hermana es muy celosa, lo cual ella se cree y sin más contratiempos se marchan juntos.

Erin los observa por la ventana, preocupada por lo peligroso que le parece que ambos estén separados y también por la condición en la que se encuentra Adam. Molesta, se acuesta a dormir, aunque le cuesta mucho tiempo conciliar el sueño.

Mientras tanto, Adam va con Lily (la camarera) a beber algo al pueblo, platicando de trivialidades por el camino. Al final de la noche llegan a la habitación de ella, que vive en uno de los cuartos para empleados del motel donde estaba antes, ya que el bar y el motel son parte del mismo negocio.

Ya dentro, luego de un par de cerveza, Lily se tumba en la cama, luego comienza a tocarse, provocativa, y le pide a Adam que se acerque. Él no pierde tiempo y se sube sobre ella, comenzando a besarla, tocándola por todos lados, y comenzando a estimularla por encima de sus bragas. Ella de inmediato empieza a gemir, deshaciéndose con los besos que él le propicia sobre sus hombros, su cuello, su boca, descendiendo por su pecho, hasta llegar a sus senos, y con maestría desabrocha su blusa.

Ella, por su parte, se deshace a tirones de la camisa de Adam y comienza a tocar con deseo todo su torso marcado, hasta llegar a su entrepierna. Adam gruñe y comienza a excitarse cada vez más, deshaciéndose con dulce habilidad de la ropa de Lily, dejándola completamente desnuda. Entonces comienza a cogérsela, cada vez con más fuerza. Al principio a ella parece excitarle lo bestia que es. La araña en la espalda y ella grita de placer, pero, conforme aumenta el ritmo, Adam se comienza a desestabilizar sin poder evitarlo y termina asustando a Lily, que al tratar de retroceder es atacada por él, que comienza a convertirse. Lily apenas ve sus ojos bestiales y sus intimidantes colmillos y comienza a gritar como loca, asustada a muerte.

Una vez alertado de esto, Adam logra alejarse de ella y con dificultad recoge sus prendas y sale corriendo de su habitación. Pero Lily, que vio el monstruoso rostro pálido de su amante, no puede dejar de gritar y llorar en un convaleciente intento por reaccionar del traumático impacto.

Erin, en su habitación, duerme plácidamente, ajena ya a todo lo exterior, cuando un toquido insistente alerta sus sueños y se ve obligada a salir de la cama. Aún con somnolencia, camina pesadamente a la puerta para atender. En cuanto abre se encuentra con un grupo de personas, la mitad enfurecidas y la otra mitad asustadas. Se trata del dueño del motel, uno de los recepcionistas y dos de las empleadas, entre las que reconoce a Lily, quien llora a cántaros y tiembla como una hoja frágil al viento. Y en medio de su estado, apunta con un dedo acusador a Erin y con el ceño fruncido asegura con una voz indescifrable pero furiosa que ella es la hermana del monstruo con el que había pasado la noche. El jefe entra demandante en la habitación, inspeccionando cada centímetro del lugar, pero al no encontrar a nadie manda a Lily a descansar a su cuarto y a tomar un tila acompañada de sus compañeros, mientras él mismo y un par de guardias deciden esperar junto a Erin el regreso de Adam.

Luego de un largo rato de espera, Erin advierte la llegada de un par de patrullas al motel. Los policías entran a la habitación de Lily para interrogarla, por lo que el dueño se marcha de la habitación de Erin, dejando a un sólo guardia con ella. Como ella teme que un encuentro con la policía pueda conllevar a que sus perseguidores la ubiquen, se excusa para ir al baño, donde el guardia no puede seguirla, y de inmediato ejecuta su huida por la ventanilla del baño, no sin dificultades. Valiéndose de sus capacidades más primarias, logra cruzar la ventana, pero al caer del otro lado se lastima un tobillo. Esto no le impide salir corriendo, dirigiéndose hacia la zona boscosa del campo.

Sin embargo, alguien le da alcance de inmediato. Ella se altera, pero cuando se gira se encuentra con Adam, quien le hace una señal para que guarde silencio. Ella está enojada con él, pero éste no le da tiempo de reclamar, pues comienza a llevarla en dirección a los árboles.

Una vez que cruzan la vegetación se encuentran con un extenso campo que deben cruzar corriendo para escapar de las sirenas de patrullas que aún se escuchan cerca. Pero la lesión de Erin entorpece sus pasos, ralentizándolos. Finalmente ella se suelta de Adam, agotada, para reponerse un poco, incapaz de mover el tobillo.

Adam la apresura, enojado, y ella de inmediato le replica por sus actos estúpidos que los llevaron a esta situación. Empiezan a discutir, pero son interrumpidos por un intruso.

Un camión de carga aparece cerca del campo, deslumbrándolos con sus luces. De éste baja un hombre mayor que se presenta como un caza recompensas, luego abre la puerta trasera del auto y de éste sale una máquina gigantesca y grotesca que de inmediato centra su atención en Adam y Erin.

El caza recompensas comenta que la máquina es cortesía del Sector 6, donde aparentemente ellos habían estado antes, por lo que la máquina es parte de los experimentos clandestinos de aquel laboratorio.

Al ver aquel monstruo metálico salen corriendo en dirección opuesta. Adam tira del brazo de Erin, pero ésta no puede ir más rápido porque está lastimada, así que tiene que hacer sobreesfuerzos para seguir el paso de Adam, pero a mitad del camino pisa mal y cae aparatosamente, lo que la deja desorbitada el tiempo suficiente para que aquel monstruo de metal les dé alcance y tome entre sus fieras garras a Erin. Adam trata de sostenerla a su lado, pero es arrancado ferozmente de su lado, dejándole una larga herida desde su hombro hasta su codo.

Entonces empieza a flamear en él la catastrófica sensación de comenzar a convertirse, pues al sentir su sangre hervir y fluir por su palpable herida abierta su instinto reacciona en autodefensa. Su cuerpo empieza a adquirir las dimensiones de su peculiar alter ego y apenas es capaz de deshacerse de sus prendas antes de que aquel monstruo lo absorba.

Mientras aquel robot se aleja con Erin entre sus garras, ésta trata de zafarse de su enclaustre, pataleando y buscando la forma de escabullirse entre los dedos de metal. El robot trata de aplastarla entre sus manos, presionando con fuerza el diminuto cuerpo de Erin. Pero entonces Adam ataca al robot, lanzándose hacia su espalda y comenzando a destruir los mecanismos del monstruo.

Adam no es más grande que la mitad del robot, pero es incluso más fuerte, por lo que, aunque el robot se lo quita de encima una y otra vez lanzándolo lejos, Adam finalmente logra alcanzar su cabeza y de una mordida se la arranca vorazmente.

El robot cae hacia delante, convertido en chatarra, y aplasta a Erin. Cuando Adam logra quitárselo de encima la encuentra inconsciente con una seria herida en la cabeza que derrama sangre por su sien. Furioso, Adam levanta el montón de chatarra con el resto de sus fuerzas y lo arroja hacia el caza recompensas y su camión, que al impactarse colisionan en una aparatosa pero breve explosión, dándole muerte inmediata al intruso.

Finalmente, Adam sufre de nuevo la dolorosa conversión, volviendo a su estado humano. Sus heridas ya no están, pero el dolor y el cansancio se quedan presentes. Le toma larguísimos minutos recuperarse. De hecho, está casi desfallecido, pero el recordatorio de que siguen buscándolos lo obliga a levantarse, ponerse de nuevo su roída ropa y levantar a Erin —quien aún está inconsciente— en brazos para seguir en dirección opuesta al pueblo, siempre hacia el oriente. Sin saber cómo, mantiene sus fuerzas para caminar por horas con Erin en brazos y sin detenerse ni una sola vez.

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